CAPÍTVLO VIII

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¡Hola!

Este aviso es solo para informar de que el jueves pasado actualicé el capítulo siete, pero como Wattpad iba tan mal, es posible que no todo el mundo que me lea se haya enterado, así que si se te ha pasado, da para atrás y no te hagas spoiler.

⚠️⚠️ Al final de este capítulo se menciona una enfermedad cerebrovascular.

¡Solo eso 😝!

Sus pasos resonaban fuertes y constantes por el mármol del largo pasillo. No miraba a nadie, tan solo mantenía la mirada fija en el camino que tenía frente a él, con la cabeza altiva y los hombros alineados, mientras aquellos con los que se cruzaba se iban apartando a un lado y agachando la cabeza a su paso.

Llegó hasta las puertas de madera de Babilonia que aguardaban el salón principal y pasó dentro, subió los siete escalones alumbrados por las antorchas y tomó asiento en el trono. Cruzó las piernas y llevó una mano a su boca, rascando sus labios con su dedo índice mientras mantenía la mirada fija en las puertas.

- Estáis tardando

En pocos segundos, varias parcas acudieron al salón del trono. Parecían tensas y nerviosas, no esperaban que Raoul de verdad fuese a aparecer tras las quejas de Tarik y de que le mandase al Infierno a darles el mensaje de su parte.

- Nos alegramos de volver a verle ahí

- Guárdate los cumplidos ¿Qué os pasa? Llevo aquí siglos, salgo fuera dos semanas y ¿No sois capaces de seguir por vuestra cuenta? ¿Ni un par de órdenes de Tessa que, os recuerdo, está al mando porque así lo dicté yo? Os creía más competentes

- Lo somos Señor, el trabajo lo seguimos realizando y el Infierno sigue su curso, pero es usted quién lo dirige y un trono vacío acaba levantando asperezas sobre su actual implicación con nosotros

El rubio clavó sus ojos sobre la parca que acababa de hablar, la cual había vuelto a agachar la cabeza ante su mirada, esperando que la ira de Muerte se volcase sobre ella. Sin embargo, su tono apacible le sorprendió.

- Está bien, si eso es lo que queréis, me quedaré aquí -aceptó sentándose de una manera más despreocupada en el trono, recostándose y dejando resbalar un poco su cuerpo.

Las parcas se miraron entre ellas, extrañadas y desconfiadas. Demasiado fácil. Demasiado amable.

- ¿Lo dice en serio?

- ¡Claro! -exclamó de manera divertida, con una frívola sonrisa- yo me quedaré aquí, tranquilas, id a buscar a Átropos, la quiero aquí en una hora

- Pero, mi señor, no podemos hacer eso

- Sí podéis ¿No? Por eso me exigís esto, porque vosotros sabéis cómo, si yo me quedo aquí ¿Quién la trae? Pues ya está, solucionado, buscad, vamos -ironizó imitando el silbido de llamada de un perro.

- No tenemos ese poder, nos pasará por encima

- Oh... ¿en serio? Vaya, es verdad... Entonces ¿Qué podemos hacer?

Algunas de las parcas carraspearon, otras dieron un imperceptible suspiro, ahora sí sabían lo que estaba por ocurrir.

- Tal vez...

- Tal vez, tal vez -interrumpió- Tal vez deberíais dejar de molestar ¡Y de intentar darme órdenes! Si tan fácil es todo para vosotros ¡Venga! ¡Tomad la iniciativa! ¡Salid ahí fuera y hacedlo! ¿No podéis? ¡Pues callad y seguid con vuestra labor!

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