CAPÍTVLO XXV

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"Bienaventurado el que lee y los que oyen las palabras de la profecía y guardan las cosas que están escritas en ella, porque el tiempo está cerca".

Apocalipsis 1:3

I

El primer pitido le puso nervioso. El segundo le hizo golpear con rapidez el pie en el suelo. El tercero chistar de impaciencia. Cuando pensaba que iba a sonar un cuarto tono y a cortarse la llamada, la voz de su amigo sonó al otro lado de la línea.

- ¡Ago!

- Ricky

- ¡Joder Agoney! ¿Dónde andas? ¡Estaba asustadísimo!

El tono amargo y desesperado de Ricky aumentó la desazón del canario.

- Lo siento de verdad, quería desconectar de todo y se me fue el santo al cielo por completo

- ¿Veinticuatro horas?

- Ya... —se rascó la nuca, sabiendo que su excusa no era creíble— sí, no sé, tenía que pensar mucho

Un silencio de duda.

- ¿Tan mal te fue con Raoul?

- No, no... a ver, no fue una velada precisamente romántica pero ya están todas las cartas sobre la mesa –habló mirando como Raoul observaba por la ventana, con la mirada perdida pero escuchando.

- ¿Estás bien? ¿Pasó algo malo?

- ¡No! Tranquilo, está todo bien, discutimos un poco pero ahora está todo ben, estamos bien

- Bueno... —no parecía demasiado convencido pero notó su esfuerzo por aceptarlo— pues Ago, yo estoy en comisaría ahora, pensaba denunciar tu desaparición

- ¿Qué dices?

- Estaba asustado

Agoney se mordió el labio con culpabilidad. De pronto, pensó en dónde dejaría toda aquella situación a su amigo y en cuánto tendría que mentirle. Suspiró largo y profundo.

- Siento haberte asustado, no lo pretendía, ya imagino todo lo que habrás pensado, conociéndote... –intentó bromear para convencerle de que estaba bien.

- No me has respondido si tú estás bien

- ¿Yo? Sí, sí, claro ¿por qué no iba a estarlo?

- Porque has hecho puf y nadie daba contigo hasta ahora

-Estoy bien Ricky, de verdad, Raoul y yo nos dijimos cosas, estaba muy confundido y necesitaba pensar, no sabía que os iba a asustar tanto, pero ya he hablado con él y todo está bien

- ¿Estás con él ahora? –no pudo ocultar la tensión en su voz.

- Sí

- ¿Este discurso tranquilizador tiene algo que ver con que él esté ahí escuchando?

- Ricky —dijo en tono de advertencia— está todo bien, te lo prometo, estamos bien, no denuncies nada que ya estoy en casa, Raoul me está cuidando

Agoney pudo oír como su amigo expulsaba con fuerza el aire por la nariz, casi lo podía ver con los labios apretados y las aletas de la nariz moviéndose por la rabia contenida.

- Vale, nos volvemos a casa entonces, pero prométeme que estás bien de verdad

- Que sí, cansado de andurrear por ahí, pero sí, te lo prometo

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