- Pero... No lo entiendo —dijo Agoney con un hilo de voz, aún con el corazón a mil— ¿Cómo que viajes?
Raoul tardó en hablar, todavía manteniendo la distancia y la tensión en sus hombros por haber visto a Agoney gritar y retorcerse de la nada mientras su pecho quedaba marcado con cuatro garras.
- Tu subconsciente viaja gracias a que tu poder reconoce su origen, el anhelo por usarlo de nuevo es tan fuerte que es capaz de llamarte, por eso siempre te ocurre mientras duermes, es cuando más vulnerable es tu conciencia
- Pensaba que lo dejásteis dormido para siempre
- Y así es, no es él en sí quién te llama, es su subconsciente también, al fin y al cabo sigue vivo y, queramos o no, tenéis cierta unión –se mordisqueó la piel del dedo índice mientras mantenía la mirada perdida en un punto.
Agoney le observaba con el ceño fruncido. Se sentía más alterado por el estado distante y tenso del ángel que por lo que había vivido en sí. Se miró el pecho, le ardía un poco allí donde estaban las heridas y que en el lugar donde debería haber sangre tan solo hubiese ese eterno barro negro que le perseguía por cada rincón le estaba empezando a desesperar. No sabía cuántas veces en los últimos días había deseado poder dar marcha atrás al reloj y deshacer las últimas horas. Había perdido la cuenta. Solo quería que aquello terminase ya.
- ¿Por qué no lo matáis Raoul? Si está dormido, entrad en la jaula y matadle, joder, eres la Muerte ¿No puedes hacer eso?
- No
- ¿Por qué? Acabas de decir que mientras esté dormido no puede usar su poder, por eso lo anhela, así que ahora es mortal ¿No? Y tú eres poderoso, mucho según dices ¿Tan difícil es?
Raoul lo miró con el ceño fruncido y una expresión tan seria que Agoney se mordió el labio para dejar de hablar.
- ¿De verdad piensas que si eso fuese así no lo habría eliminado ya?
- No lo sé, no se muchas cosas aún porque me sueltas la información por fascículos –dijo en tono molesto.
Raoul suspiró. Tenía razón. Se había acostumbrado a no deberle explicaciones ni historias a nadie y ahora que había alguien que se merecía toda la información posible sobre su mundo, le costaba hacerlo.
- Si algo hace que una persona poderosa lo sea más aún, es tener inteligencia y previsión de futuro, anticiparse a las cosas, y Salem era superdotado en eso, se protegió —se encogió de hombros con simpleza— un fuerte hechizo que le mantendría con vida siempre, le puedo intentar matar tantas veces como quiera, someterle a las torturas más inimaginables por los demonios leales a mí más sádicos que hay en el inframundo, pero no morirá
- ¿Y no hay ningún contrahechizo o lo que sea? ¿O algo que lo debilite para que no funcione?
El rubio negó.
- Lo hemos intentado todo, tuvimos mucho tiempo para probar todo tipo de fórmulas y si existe alguna, se ha escondido bien de nosotros
- Y ¿Dios? –preguntó mordiéndose el labio, como si aquella pregunta fuese prohibida.
La garganta de Raoul emitió una carcajada demasiado irónica.
- ¿Quién?
Agoney asintió, entendiendo que no había más que hablar de aquel tema. Tampoco él sabía si quería hablar de algo tan inmenso.
- Podríais volver a intentarlo
- Tenemos un problema más grande a la vuelta de la esquina como para seguir experimentando con la muerte definitiva de Salem, además... –calló y le miró.
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La Marca
FanfictionEl cielo y el infierno siempre tuvieron diferencias, aún así, la creación de unas normas lograron mantener durante siglos la paz entre ambos reinos. Sin embargo, si una antigua profecía se cumple, las consecuencias sobre la tierra serán catastrófica...