El aleteo de una mariposa puede provocar un tsunami al otro lado del mundo...
Desde el principio de los tiempos y a pesar de las diferencias, cielo e infierno lograron mantener la paz en la tierra a través del llamado "equilibrio natural" por la raza humana.
Cada ángel, arcángel y ser sobrenatural, por bajo rango que tuviese, tenía una labor, una norma que cumplir para que ambos reinos pudiesen convivir tranquilamente a pesar de todas sus diferencias. Pero, si una sola regla se incumple, el resultado puede ser terrible.
...Y el tsunami puede cubrir el mundo entero.
I
- Buenos días Juan
Su voz resonó cantarina y feliz por toda la habitación cuando entró en ella, yendo directo a levantar la persiana para que la luz de la mañana iluminase la estancia, dando por comenzado el día. Dio un suspiro, agotado con antelación y preparándose para lo que sabía que estaba por venir, cuando se giró hacia el hombre y se encontró con su ceño fruncido y la sábana hasta la mitad de la cara, huyendo de la repentina luz.
- Lo serán para ti
- ¿Mala noche?
- Mala no ¡Malísima! ¡Horrible! Este colchón va a darme los dolores que no tengo ¿Qué queréis? ¿Enterrarme ya? ¿Desde cuándo los tenéis? Desde la Guerra Civil como poco, estoy seguro
Agoney se acercó a él con una amplia sonrisa, preparado para el fuerte carácter del anciano con alma de niño que se negaba a salir de debajo de la sábana blanca almidonada.
- Este colchón es de lo mejorcito del mercado y nuevo, anda, levante el brazo cascarrabias
Juan resopló, sacando el cuerpo justo de debajo de su escondite para poder volver a respirar con normalidad y sacar el brazo, listo para que el canario le pusiese el termómetro digital. Se dedicó a mirar a los neones blancos del techo mientras que el pequeño aparato decidía pitar y chivar su temperatura corporal, pero él tenía la misión de picar al moreno, que nunca parecía enfadarse, no como la muchacha que le atendía por las tardes y que ni siquiera le reía sus chistes.
- Para ser un hospital tan moderno, seguís teniendo los termómetros roñosos estos, cuando operaron a mi nieta se la tomaban con una pistolita y tardaban dos segundos y no tenían que ponerle esto después de haber pasado por el sobaco de otro
Agoney se cruzó de brazos, mirándole con la ceja enarcada y esperando a que quisiera dejar de quejarse.
- Hay un termómetro para cada cama, listillo y los desinfectamos todos con alcohol —explicó con tranquilidad y voz pausada— además ¿Qué prefiere? ¿Un termómetro de pistola que a usted no le soluciona nada en la vida o estos colchones para que esté lo más a gusto posible aquí? Hay prioridades amigo y poco dinero
- Si por lo menos fuese cómodo... –murmuró lo bastante alto para que lo escuchase.
El canario no pudo evitar reír, aquel hombre le resultaba entrañable y desvergonzado, le recordaba bastante a su propio abuelo, "tengo suficiente edad para no tener vergüenza ni modales" solía decir. Retiró el termómetro y apuntó los 36°C en la hoja, satisfecho con ver que mantenía la armonía con el resto de resultados de la semana, sin demasiadas alteraciones.
- Le dejo tranquilo Juan, pero no se crea que se libró, volveré en un ratito
- ¡Ah es cierto! Todavía queda que me pinches, pues una cosa te digo —le señaló con el dedo, amenazante— tengo ochenta y cinco años y jamás en mi vida me he controlado el azúcar y aquí estoy todavía
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La Marca
FanfictionEl cielo y el infierno siempre tuvieron diferencias, aún así, la creación de unas normas lograron mantener durante siglos la paz entre ambos reinos. Sin embargo, si una antigua profecía se cumple, las consecuencias sobre la tierra serán catastrófica...