CAPÍTVLO XXII

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¡Hola!

⚠️⚠️ Este aviso es un pequeño trigger warning para avisar que durante el capítulo se desarrolla una escena en la que hay un ataque de ansiedad ⚠️⚠️.

Tengo la suerte de no haber sufrido hasta la fecha nunca uno, por eso es cortito e intento no entrar en demasiados detalles. Aún así pido perdón por si hay algo exagerado, erróneo o que difiere de la realidad, aunque cada persona es un mundo.

Tan sólo eso, espero que disfrutéis del capítulo y muchas gracias por seguir al pie del cañón con esta historia 💕.

I

"Él enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado."

Apocalipsis 21:4.

~•~

Agoney fue dando un paseo tranquilo por la calle. Había decidido salir mucho antes de su casa e ir a visitar a Ricky. Le debía una disculpa a él y a Pablo, le apetecía ver de nuevo a su pequeña y no quería ir a ver a Raoul sin hablar primero con su amigo y contarle los últimos acontecimientos.

Con las manos en los bolsillos de la final chaqueta de chándal gris claro que se había decidido poner esa tarde, la primavera había traído consigo una bajada de temperatura de las que no te impiden salir a la calle pero que, si lo haces confiado y sin abrigarte un poco, te acabas acordando de ese paseo en mangas cortas durante al menos una semana. Cruzó un paso de peatones cuando el muñequito que fingía correr se iluminó en verde, esquivó a un grupo de turistas que miraban como búhos hacia todos los lados con la cámara en alto y lista para inmortalizar cualquier detalle y recorrió los últimos metros de acera, caminando en el poco espacio que le quedaba para andar que no estaba ocupado por los árboles y el ancho carril bici, hasta llegar al bloque de pisos donde vivía la pareja. Agarró los barrotes de hierro con una mano para sujetarse, se subió al poyete de mármol y pulsó el timbre del 1°D, que emitió un fuerte zumbido metálico.

- ¿Quién es?

- Ricky —dijo con voz pequeña— soy Ago

No recibió respuesta, tan solo un "click" que desbloqueó la puerta. La empujó con ambas manos para hacer fuerza y abrirla por completo. La luz del interior se encendió sola gracias al sensor de movimiento del pasillo. Ignoró el ascensor y subió por las escaleras hasta el primer piso, con lentitud, como si el cuerpo le pesasen horrores. La puerta D ya estaba abierta, y el mallorquín apoyado en el marco mirando alternativamente al ascensor y a las escaleras, sin saber por dónde aparecería su amigo. Cuando le vio subir los últimos escalones, se irguió y esperó a que el moreno llegase hasta él. No hubo cruce de palabras, tan solo Agoney caminó hasta chocar con el cuerpo de Ricky. Fue un gesto lo suficientemente claro como para que el ojiazul le rodease con los brazos, dándole el abrazo que venía pidiendo en sus ojos grandes y brillantes.

El suspiro del canario erizó el vello de Ricky que, sin soltar el abrazo, cerró la puerta y le metió dentro de la casa. Se quedaron en la entrada un poco más, con las manos del castaño paseándose por la espalda contraria, intentando calmarle. Le conocía lo suficiente para adivinar lo que significaba aquel gesto y qué tenía que responderle.

- Que no pasa nada penco, que no estoy enfadado, pero si te sirve de consuelo, venga, te perdono

El sollozo que retumbó en su pecho le confirmó que esa era la respuesta correcta. Los brazos de Agoney, que hasta ese momento habían permanecido colgando a ambos lados de su cuerpo, subieron hasta abrazarse de vuelta al de Ricky. Recibió un largo y sonoro beso en su frente y se adentraron en la casa.

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