⚠️ Advertencia ⚠️
En este capítulo se relata una escena de agresión física y verbal en la tercera escena (III).
I
- Definitivamente, me equivoqué de profesión
Agoney daba una vuelta completa sobre sí mismo, observando la casa de Raoul. Este era un hombre de palabra, por encima de todo, la cumplía y, si él dijo que podría conocerla, así sería, por lo que tan solo dos días después de que pasasen la tarde en el parque y aprovechando su día libre, habían decidido verse de nuevo con la excusa de que el canario conociese ahora dónde vivía el rubio.
La casa estaba a las afueras, donde ubicaban todas las urbanizaciones destinadas al lujo, la tranquilidad y la exclusividad y, probablemente, tuviese más metros cuadrados que su propio edificio entero. El camino desde la cancela hasta la puerta de la casa estaba delimitado por diversas macetas, la vivienda tenía dos plantas, grandes ventanales que ocupaban casi la totalidad de las paredes, haciéndolo un espacio iluminado y abierto, zonas de césped, una piscina y fachadas de color blanco y gris claro. Podía imaginarse sin problemas a un modelo italiano, bien vestido, sacando un deportivo del garaje mientras Eye of the Tiger sonaba de fondo para anunciar algún perfume caro o a la propia marca del coche.
No necesitó pulsar el botón del timbre, pues ya había llamado en la primera puerta y, pocos segundos después, se abrió de manera automática, aunque en realidad, no había ningún mecanismo que la abriese de aquella manera, tan solo era el propio Raoul. Agoney miró tras la puerta y a su alrededor, esperando verle a él o a cualquier otra persona que hubiese ido a recibirle, pero no había nadie, así que, algo dudoso, se adentró en la casa sintiéndose un poco intruso.
Por dentro era minimalista, moderna, aséptica y realmente bonita, podría ser perfectamente una de esas casas de verano que le veía a famosos y ricos en las revistas del corazón o en cualquier portada de interiorismo. Llegó al salón, quedando al momento impresionado por las increíbles vistas que ofrecía el ventanal hacia la piscina y todo el exterior.
- Hola Agoney
Se giró hacia la voz, viéndole llegar hacia él con una media sonrisa y una copa de vino en la mano. Vestía, como de costumbre, un pantalón y una camisa negra, contrastando con la estética clara de la vivienda.
- Ey —saludó con la mano— vaya casita ¿No?
- ¿Te gusta?
- Joder que si me gusta, ojalá pudiese permitirme yo una casa solo como tu salón —rió— ¿De verdad lo de los préstamos te da para permitirte esto? Quiero trabajar en lo tuyo, dejo el hospital, lo tengo decidido
- Lo cierto es que es un herencia, no la he pagado –mintió a medias.
No era heredada, pero la realidad era que no había necesitado pagar nada por aquella casa que en un principio no iba a ser para él, sino para una celebridad que estaba a punto de adquirirla como segunda vivienda, tan solo había necesitado un trato con el arquitecto: Ese año recibiría un importante proyecto que le lanzaría al estrellato en su profesión, confiriéndole todos los premios con los que soñaba desde crío.
La letra pequeña de aquel contrato sería que, en diez años, acabaría colgando esas medallas en una celda infernal, aunque el arquitecto no lo sabía, aunque pudo haberlo sabido, pero no leyó bien, la codicia le llevó a firmar sin miramientos ni preguntas. Aquel hombre no podría reclamarle nada en el futuro, las condiciones estuvieron disponibles para él en todo momento.
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La Marca
FanfictionEl cielo y el infierno siempre tuvieron diferencias, aún así, la creación de unas normas lograron mantener durante siglos la paz entre ambos reinos. Sin embargo, si una antigua profecía se cumple, las consecuencias sobre la tierra serán catastrófica...