CAPÍTVLO III

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Cuando Agoney entró al bar de Ricky, la boca se le hizo agua al ver que ya tenía esperándole en la mesa un generoso trozo de la tarta casera de hojaldre con fruta que tanto le reclamaban los clientes; al igual que Bambi cuando vio un cuenco de agua fresca esperándola en el suelo junto a la mesa, lanzándose a beber como si viniese de dar una larga caminata por el desierto del Sáhara en pleno verano.

Ambos amigos se abrazaron con ganas, como dos osos amorosos, antes de sentarse en la mesa en la que Ricky estaba antes de que el canario llegara.

- ¿Cómo sabías que venía con ella? –se sorprendió Agoney al ver el bebedero preparado para la perrita.

Ricky le miró con una ceja enarcada y una mirada que ironizaba un "¿Me estás vacilando?".

- ¿Cuándo no vienes con Bambi? —se agachó a acariciarla, pues la chihuahua había reaccionado a su nombre y le miraba curiosa— además, aquí siempre es bienvenida, cualquier animalito lo es

- Por algo te amo

- ¿Pero no era a mí a quién amabas? —bromeó Pablo saliendo de detrás de la barra para acercaba a ellos mientras se sacaba las manos con un trapo de cuadros azules y verdes que enganchó en su mandil negro— voy a tener que ponerme celoso

- También, si yo tengo amor para los dos

Se sentó en la mesa el primero, animando a los dueños del local a hacer lo mismo. No tardó en hincarle el diente a la porción de tarta, cerrando los ojos con gusto cuando la crema pastelera se mezcló con la acidez de las frutas que adornaban la superficie del hojaldre. Sabía que estaba más cerca que lejos de la hora de cenar y que hubo un día en el que se prometió no caer en esas dulces tentaciones, pero, cuando se trataba de ese pastel, su gula era fuerte y su voluntad débil.

Tragó el primer bocado, se limpió con la servilleta y miró directamente al marido de su mejor amigo.

- Pablo, cambié de opinión, sí que te amo más a ti

- ¿Lo ves? Yo lo sabía –le guiño un ojo cómplice.

- Oye, oye, oye —se quejó Ricky— Que la tarta es mía

- ¿Perdona? La hago yo, caradura

- Y ¿Quién te buscó la receta en Internet? ¿eh? No hay un buen plato sin una buena receta

- Hay miles de recetas como esa, solo hay que hacer click, no es para tanto cariño –le robó mérito el castaño.

- Permíteme que te corrija, cariño, pero no vale cualquiera, la clave está en saber seleccionar qué página es mejor y más bonita aunque vengan los mismos ingredientes y eso solo lo sabe hacer un experto como yo

Agoney miraba con una sonrisilla involuntaria la adorable escena entre el matrimonio mientras comía en silencio. Estaba más que acostumbrado a verles discutir con esa complicidad y guasa sin rastro de enfados ni reproches, simplemente un juego entre ambos fruto de la alocada y extrovertida forma de ser de los dos.

- Sois la envidia de cualquiera, en serio –dijo casi sin darse cuenta.

En ese momento, Ricky recordó para lo que estaba ahí y el motivo por el que había perdido una porción de tarta que no iba a cobrar.

- Hablando de eso, ya estás tardando en disparar ¿Qué es eso de una cita? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Con quién?

- En realidad, es que fue algo muy extraño

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