Capitulo 3

313 37 2
                                    


Después de llorar confundida en brazos de su madre, esperó a que finalizara el desfile, entro de nuevo al recinto, estaba iracunda, sostenía su vestido con una mano para no enredarse por el largo, lo buscó y el cinismo se hacía presente.
-Nena...
-¿Nena?- le plantó una cachetada en su fino níveo rostro, dejando atónitos a los que estaban en ese gran camerino, modelos, diseñadores.
-Qué te ocurre.- él estaba desconcertado y sobando su mejilla.
-Te robaste mi colección.
- Mi vida, sobre eso quería hablarte, tomémoslo como una especie de préstamo, ¿si?
-¿Préstamo?, sabías que esa colección era muy importante, he trabajado meses en ella, era...
-Ya deja de hacer ruido Lucerito que esto no fue nada, tranquila nena, ya lo olvidaras, mejor vamos a celebrar.
-¿Celebrar? Maldito cínico...
-Nena, no te enojes que te tengo una sorpresa.
-Ya han sido suficientes por hoy, me largo de aquí, y esto, esto simplemente no te lo perdono.
Salió llevándose a todo el mundo por delante, le había pedido a su madre que se llevara su auto,  se fuera a casa,  salió en busca de algún taxi, un taxi libre en Nueva York, de noche, lloviendo y en la semana de la moda, era una fantasía... Ella se atravesaba las calles en busca de uno. – Mis zapatos Jimmy Choo se están arruinando, y ni un maldito taxi, la culpa la tiene ese imbécil, mil veces imbécil, lo odio, lo odio... -No se fijó  por andar maldiciendo y llorando, se aproximaba un auto por esa amplia calle que atravesaba.
Él la observa en la salida de ese restaurante mientras esperaba un taxi también.
-Esa mujer está loca, se quiere morir...- Corrió,  la sujetó en sus brazos y salvó de ser arrollada por ese auto. Ella estaba aturdida, asustada, se aferró a los brazos de él.
-Está bien, señorita, ¿se encuentra bien?
-Sí, si- Se apartaba temblorosa  de él- muchas gracias es que...
-Yo te conozco.
-Tú fuiste el que estrello mi auto.
-¿Tú eras Lucia?-Le miró con ojos rasgados.
-Lucero.
-Pero dime algo estás bien, no tú no estás bien, ¿Te puedo ayudar en algo?
-No, muchas gracias, voy a tomar un taxi.
-Acabo de pedir uno es ese que está ahí venga conmigo.
-No suelo montarme a taxis con extraños.
-Soy Fernando, de nuevo me presento.-Le tendió su mano.
-No, no quiero.
Él se cansó de insistirle a la arrogante mujercita, se subió en  ese taxi, pero cuando estaba por arrancar, la vio por el vidrio,  le tocó el corazón esa imagen de ella bajó esas gotas de lluvia llorando, cualquier ciego podía ver reflejada la tristeza de ella. Se bajó del taxi.
-Es todo suyo.- Le abrió la puerta del vehículo.
-Que usted...
-Tómelo. Antes de que me arrepienta.
-Muchas gracias- le cerró la puerta del taxi y observó igual que el día que se encontraron por primera vez hace unos meses, como se iba alejando.
-Ya cumpliste con tu buena acción de día, la salvaste de ser arrollada por un auto y de un grave resfriado. Y un poco de lluvia no hace daño- Siguió caminando sonriendo en medio de la lluvia, brincaba  en puntitas como si fuera un niño sobre algunos charcos.

Días después.

-Lucero, ábrenos la puerta, es hora que salgas de ese encierro.
-Largo mamá no estés molestando.
-Princesita, tú siempre me quieres ver, mira que acabo de llegar de Paris.
-Papá, que parte de no quiero estar con nadie no entienden tú y mi mamá.
-No crees que este abuelo, tiene derecho a verte y a saber cómo va su nietecito.
Mi papá, no puede ser más perfecto, siempre va a hacerme sonreír, su nietecito, ya sabe entonces...- se paró de su cama, caminó y abrió la puerta- Papi.
-Déjame abrazarte un buen rato, mi princesita.
-¿Aún sigo siéndolo?
-¿Cuándo lo dejaste de ser?
-Pensé que con lo de mi hijo ya no sería igual.- ella tenía apoyada su cabeza sobre su regazo,  él iba dando caricias sobre su cabello.
-Ahora más que nunca te cuidaré como mi más preciada joya.
-Gracias, Papi.
-Y Lucero, tienes que decirle a Axel, no importa lo que haya pasado entre ustedes pero estas en el deber decirle lo de tu embarazo.
-Lo sé.

Tenía muy claro que lo iba a decir, esa tarde luego de haber sido mimada por sus padres, citó a Axel en el central park para darle la noticia, ella no había dejado de amarlo, pensó que las cosas debían arreglarse de alguna manera entre ellos, por el bien de su hijo o para no ser madre soltera.

Diseñame en LX díasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora