-Por supuesto que sí. Deberían ser eternas, princesa.
-¿Extrañas a tú mami, a mi abuela?
-Sí la extraño, por eso concuerdo con que las madres deberían ser eternas.
-¿Por eso vamos a visitarla al cementerio?Grace de Colunga fue diagnosticada con un una especie de cáncer agresivo en una etapa donde luchar era una pérdida de tiempo, cuando Lucero y Fernando se enteraron de alguna manera les afectó, especialmente a él, aquella mujer impecable de acero no era un alma de Dios y en repetidas ocasiones se entrometió en la relación e hizo daño a Lucero, pero al final era la madre de Fernando, él la quería, claro le dio la vida, una excelente calidad de vida, le inculcó valores y volvió un hombre provechoso para la sociedad, realmente le dolió bastante la repentina manera en que se fue del mundo, antes de irse quiso enmendar sus errores, conocer a su nieta, tuvo un acercamiento a Mía, igual lo hizo con su nuera, Lucero pasaba por las tardes a esa clínica donde estaba para hablar con un rato con ella, llevarle revistas de moda, contarles chismes del mundo del espectáculo, definitivamente ella a la señora Grace le dio una gran lección, la última gran lección que recibió antes de su partida. Se fue contenta del mundo sabiendo, que Fernando había encontrado a una maravillosa mujer, una mujer a la que juzgó sin razón, se lamentó mucho haberla juzgado y no haberla admirado, porque admiración era lo que realmente debió haber sentido, su Fernandito quedó en excelentes manos pero más que eso era evidente lo feliz que estaba, hecho todo un hombre con un una carrera profesional cada vez más en ascenso, unos maravillosos hijos a los que se entregaba por completo, la familia de portada de revista... Un portada que Grace se imaginó llegará a tener alguna vez su hijo, así fue.
-Por eso vamos a visitarla al cementerio, pero creo que mejor vamos otro día.
-¿Por qué? Mira hasta me peinaste.
-Porque se me ocurre que es mejor pasar esta tarde con ustedes aquí en la casa.
-¿Quieres hacer algo divertido?
-Vamos a preguntarle a Iker.
La cargó y llevó hasta el lugar donde estaba Iker bastante concentrado en su tarea, un niño bastante responsable para su edad diría Fernando.
-Papá.-Sí, su padre, para él su papá era aquel hombre que le leyó por primera vez un cuento, el que desde que tenía casi dos años quiso hacer parte de su vida y lo convirtió en su hijo, el excéntrico de camisetas de dibujos animados, tenis similares a los suyos, con el que podía pasar horas enteras sin aburrirse, con el que jugaba toda clase de videojuegos, ese grandote que le decía cachorro, su único padre.-¿Cachorro, quieres ir a jugar al jardín o hacer algo?
-Es que no he terminado mi tarea de matemáticas y no entiendo.
-Deja la tarea, antes de dormir yo te ayudaré.
-Mamá dice que no es bueno que me hagas la tarea siempre.
-No tienes porque decirle, a parte mira, no está.
-Está bien.- Se levantó de su escritorio y animado camino hacia ellos.
-Papi, mejor continua leyéndonos este libro, sabes que es uno de nuestros favoritos.
-Es cierto papá, sabemos leer pero nos gusta que tú lo leas para nosotros.
-Cachorro cuando eras más cachorro intentaba leerte cuentos, pero me ignorabas.
-Eso era antes, anda papá.
-Por supuesto que les leeré – Tomó el libro: "Harry Potter y el cáliz de fuego"
-Literatura infantil como me dijo aquel día su mamá. Sonrió curiosamente la recordar aquella escena de rabia que hizo en su oficina donde le insinuó que era un odioso, mal educado, engreído, infantil y hasta grosero.- Pues se casó con ese hombre, el ridículo de camisetas graciosas y lector de Harry Potter.-¿Mamá? Pero si ella los ha leído todos.
-Sí los leyó después de que nos casamos. Tu mamá hace algunos años era un poco odiosa y engreída, bueno engreída sigue siendo.
-Pero aún así quieres mucho a mamá.
-Ustedes lo saben muy bien. Pero empecemos, ¿por dónde quedamos?
-Por aquí- Mía le señalo con su pequeño dedo exactamente donde habían quedado.
-Que buena memoria tienes- Se sentaron en la alfombra cercana a la chimenea y Fernando comenzó a leer el interesante libro, ellos muy atentos a cada acción narrada imaginando quizás en sus cabecitas las escenas.
-"Lentamente, con el rostro crispado como si prefiriera hacer cualquier cosa antes que aproximarse a su señor y a la alfombra en que descansaba la serpiente, el hombrecito dio unos pasos hacia adelante y comenzó a girar la butaca."