Capitulo 27

289 34 1
                                    


Sus ojos lentamente iba abriéndose teniendo un panorama nublado, con bastante trabajo  pudo enfocar bien su vista al hacerlo una luz blanca  le pegó directamente causándole algo de incomodidad, estaba completamente perdida, su mente no le daba abasto para poder hacerse un idea de dónde se encontraba.

-Despertó.- Fue una voz que comenzó a escuchar.
-No debía haber despertado tan pronto.- Se le acercó una enfermera con tapabocas azul.
Ella no tenía fuerzas suficiente para pronunciar palabra alguna, era como si estuvieran cortadas sus cuerdas vocales, el estado en que se encontraba no se lo permitía, la confusión aumentaba por segundo al no saber ¿qué estaba ocurriendo a su alrededor?
Minutos después como si se tratara de una pesadilla de las que tienen las protagonistas de algún a película de terror miró a su alrededor,  esas paredes blancas lúgubres solo podían ser de un cuarto de hospital, esa gran lámpara de una sala quirúrgica, se alarmó cuando encontró sus piernas totalmente separadas, no sentía ningún tipo de dolor, se trato de levantar pero un enfermera no se le permitió
Doctor es mejor hacer algo, parece que comienza a alterarse.
-Ya terminamos la intervención, por fortuna, pero es mejor mantenerla dormida.

¿Qué intervención? comenzó a preguntarse, ¿por qué debían mantenerla dormida? ¿Qué hacía en una sala de cirugía con su piernas abiertas como un compas? ¿A qué hora termino en ese lugar?  Estaba aturdiéndose más y más.

Miró a  todas las esquinas del estéril lugar, se vio rodeada de aparatos quirúrgicos,  de succión y espéculos,  un mal presagio iba despertando, la situación empeoró cuando vio un cercano recipiente lleno de un líquido espeso color rojo, no podía ser más que sangre, ¿su sangre?  El pánico, miedo y terror comenzaron a tomarse todos sus sentidos, nada de lo que veía debía ser bueno  ¿dónde estaba? ¿Qué ocurría? ¿Por qué estaba ahí?
Cuando su voz miedosa por fin pudo dejarla hacer algo...  un grito estruendoso salió de sus entrañas... Inmediatamente regresó al profundo sueño, nuevamente inducido por la mujer de tapabocas azul.
Si, regreso al mundo de los sueños porque accidentalmente había acabado de estar en una escena de terror, podría decirse que una de cada mil personas corren con la mala suerte de despertar a los pocos minutos de haber terminado o casi que en medio de la práctica de un aborto, era una escena o pesadilla trágica.

Unos metros más allá, en la sala de espera se encontraba el alterado e inconsolable Fernando, cargado de sentimientos de culpa, impotencia, rabia, dolor, dolor profundo por lo que estaba ocurriendo o mejor ya había ocurrido. Todo fue en un pestañeo, en un abrir y cerras de ojos...

-Señor Fernando.
-Cómo esta ella.
-Tuvimos una complicación con la anestesia, pero no se preocupe, pudimos realizar el aborto quirúrgico para evitar cualquier tipo de riesgo con la vida de su esposa.
-¿Se pondrá bien?
-Físicamente sí, pero sobre su salud mental no puedo asegurarle nada.
-¿Puedo verla?
-En unos minutos será llevada a su cuarto. Lo siento Fernando.- Le dio una palmada en el hombro.
Los padres de Lucero estaban igual de consternados,  Paulo se abrazó a su esposa desconsolado, Fernando se les acercó...
-Fernandito, era mejor salvar su vida.
-Nunca me lo va a perdonar.
-Hijo, tomaste tal vez la decisión correcta pensaste en Iker seguramente crecer sin su madre hubiera sido algo terrible para el niño e igual para ti...
-Por qué, si hace unas horas estábamos felices, habíamos discutido los posibles nombres, estaba creciendo sin ninguna complicación.
-Fer, ven- Lo abrazó Mery Anne (madre de Lucero)- A veces ocurren situaciones que no podemos explicarnos, la vida a veces es injusta, y no te sientas culpable de una decisión que te obligó a tomar tu corazón.
-Pero... Todo lo que ocurrió es mi culpa
- No es culpa de nadie, los accidentes suelen ocurrir.
-Si, yo hubiera estado con ella seguramente ese auto.
-Ya Fer, no hables más de eso por favor, te hacer daño- Él se deshacía en llanto de dolor llorando en los brazos de la madre de su prometida, para él todo había ocurrido en un pestañeo en instantes.


Diseñame en LX díasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora