Penúltimo capitulo 2/2

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No me mateeeeeeeeen, disculpe la tardanza

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Oficialmente ya eran el señor y la señora Colunga cuando meses después de su épica boda, que seguramente todos los asistentes recordarían por una larga temporada, pues el amor que brotaba por los poros de los contrayentes conmovía y emocionaba corazones, muchos compararon esa boda como la boda de grandes finales de telenovelas. Los nuevos esposos se mudaron a la espaciosa casa de los padres de Lucero, la mansión Hogaza fue una especie de regalo de bodas por parte de Paulo, lo rechazaron inmediatamente era un regalo demasiado costoso, Mery Anne les dijo que ellos se mudarían por completo a Londres, que estaban cansados de vivir en América, la casa iba a quedar sola, Lucero saco un  "pero", dijo que también era la casa de su hermana Nicole, Nicole hacía ya unos meses que se había lanzado a seguir a su nueva conquista, un modelo de Calvin Klein que vivía en Milán, no tenía más opciones que aceptar el regalo. Lo hizo y en ese lugar estaba viviendo una completa luna de miel, todos los días.

-De habitante en la mansión Wayne.
-De hecho en el ala izquierda de la casa está tu bati-móvil.
-Increíble que esté aquí contigo.
-Aunque yo decía que jamás volvería a esta casa, la verdad es que mi sueño era ver a mis hijos corriendo por aquí.
-Que bien y ahora eres la dueña de la casa.
-Como sea tú siempre has estado sometido a mis reglas.
-Mandona.
-No, estoy segura que la que dará las órdenes en la casa será ella- Señaló a Mía.
-Ya camina, muy pronto comenzará a hablar y algo me dice que será idéntica a ti.
-Entonces será la niña más hermosa del universo y mejor vestida.
-No cambias.
-Claro que cambie, me casé contigo.
-Nos casamos.
-Lo hicimos hace unos meses y fue como lo soñé, cada detalle por pequeño que fuera salió perfecto.
-Me gustó improvisar mis votos, olvidé los míos, pensé que te molestaría.
-Cómo molestarme si dijiste que yo era tu alma, tu corazón, tu vida y que solo estabas seguro  de algo.
-De que te amo y te amaré siempre.
-De eso no hay duda.
-Y no olvides que lo mejor de todo ocurrió antes de la boda.
-Me obligaste a acostarme contigo...
-Yo no obligue, tú accediste a que te amara antes de ser esposos.
-No estuvo mal.
-Tan mal, que mentirosa eres. Acéptalo fue maravilloso.
-Más que eso.
-¿Te puedo preguntar algo?
-Aun tienes alguna duda sobre mí, dudas sobre mi amor.
-No, y cuando me casé contigo no tenía ninguna duda de nada.
-¿Cómo te diste cuenta?
-Me di cuenta o mejor me aseguré de tu amor el día en que nació Mía.
-¿Porque estaríamos unidos para toda la vida gracias a la niña?
-No, hay cientos de parejas que siendo padres no están seguros de su amor.
-Me quieres contar...
-Cuando estaba en labor de parto, sabía que estabas muy asustado en tu cara lo reflejabas, no quería que te sintieras así, solo es que fui un poco débil para el dolor y comencé a quejarme demasiado, te estaba alterando, pensé que saldrías corriendo, pero al contrario me recibiste en tus brazos y aguantaste esos apretones, lagrimas y gritos.
-Era mi deber, me sentía fatal viéndote en ese estado.
-Entonces ahí viene la aclaración de mis dudas, cuando me despegué de ti estabas llorando, acuérdate, por tus mejillas bajaban lagrimas como las que yo estaba derramando en ese momento, y te pregunte por qué llorabas.
-Porque sentía tu dolor como si fuera el mío, sentía no de la misma manera pero si algo igual a lo que estabas sintiendo.
-Lo ves, ¿recuerdas lo que me dijiste bien?
-Tu dolor es mi dolor.
-Mis dudas sobre el amor que sentías hacia mí se despegaron por completo.
-Que bonito sonó, aunque no pensé que fuera por eso.
-Sí fue por eso y por cientos de cosas más, sin embargo en ese momento sentí que no solo amándonos podíamos ser uno solo, no, fuimos uno solo en todo ese proceso y sé que será igual cuando nos enfrentemos a una mala situación, porque sé que no todo será siempre bonito.
-Pero créeme que yo me encargaré que lo así lo sea la mayor parte del tiempo posible, quiero todo siempre "bonito para tí"- Acercó su mano al delicado rostro de Lucero y con las yemas de sus dedos limpio unas cuantas gotas que resbalaban.
-Son de felicidad...
-Lo sé- Besó su frente- Fer, eres el hombre perfecto- La apoyó sobre su pecho por un momento.- No claro que no lo soy, solo tengo a la mujer perfecta.
-Crees que lo soy.
-No, realmente si fueras perfecta serías aburrida, más bien eres casi perfecta.
-Por supuesto, porque todos tenemos defectos.
-Yo amo tus defectos.
-Mis constantes berrinches y actitudes caprichosas.
-Sí amo todo eso que te hace ser tan única. Ah se te olvidó nombrar ataques de celos.
-Esos también, pero tú me ganas, de hecho puedo asegurar que estas a punto de empezarlos a sentir por mi encuentro con Axel.
-Imaginaciones tuyas.
-Sé que no te agrada y que lo ves como una amenaza.
-No me agrada por lo que te hizo, pero ya es pasado, él está corrigiendo los errores y tiene derecho una segunda oportunidad, solo es que no quisiera que...
-Que te quitara protagonismo en la vida de nuestro hijo.
-Bien lo dijiste.
-No, no va a ocurrir, tú en un acto de nobleza quisiste hacerte responsable de él, ser esa figura que por más de que yo hubiera tratado ser,  jamás lo hubiera logrado, tú te ganaste el mismo lugar que yo tengo en su vida, somos sus padres.
-Sí Axel decide reconocerlo, Lucero sabes que puede comprobar con muestra de ADN que es su padre, puede alegar su paternidad.
-No creo que se atreva.
-¿Y si se atreve?
-Sí se atreve ya veré la manera de llegar a un arreglo.
-Aunque él es el verdadero padre.-Se escuchaba preocupado y tenia su mirada en el suelo.
-Fernando, no te pongas así.
-Mejor vete a la cita, se te hace tarde, yo cuidaré a Mía.
-No me quiero ir dejándote así.
-Que te vayas que se te hace tarde.

Diseñame en LX díasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora