-¿Estás bien?, por fin reaccionas- Le hablaba la confundida Nicole, sosteniéndole la mano, mientras Lucero de nuevo abría sus ojos castaños- Hermanita, ¿qué ocurre?- Lucero seguía muda e inmóvil, no se levantaba del suelo, tenía la mirada perdida.- Esto esta preocupante, será mejor que llame a una ambulancia.-Agarró su teléfono celular, casi temblorosa, ella le preocupaba, no tenía ninguna reacción, estaba casi que muerta pero con los ojos muy abiertos- Lucero, hermanita, habla.- Se colocó de pie, tomó un cojín de la sala y se lo acomodó en la cabeza.
Vancouver, Canadá... El vuelo de Fernando ¿se estrelló?-Comenzó a mostrar sus primeras reacciones, su respiración se aceleró, se escuchaba casi asmática, sentía una presión asfixiante en su pecho, le dolía, ubico su mano con violencia ahí, mientras trataba de hablar.-Por fin reaccionas.
-Fer... Fer... Fernando- Pudo tartamudear su nombre.
-¿Fernando?- Preguntó confusa.
-Nicole, el avión... ese era su avión.
-Cómo que su avión, de qué estás hablando.
Las lágrimas comenzaron a agolparse sobre sus ojos para descender- Lucero, por qué lloras.
-Porque en ese vuelo iba Fernando.- Esas palabras dejaron en shock, casi que atónita a Nicole, un corrientazo le heló la sangre de inmediato.
-¡FERNANDO! Fernando...- Lucero daba paso a que la angustia, desespero, confusión la tomaran por completo, llevándolo a un estado de histeria, dónde gritaba como loca- Lucero, cálmate, cálmate... Puede que estés en un error, salen muchos vuelos.
-Nicole, ese era el de él. Dio mío, está muerto, ESTA MUERTO, MUERTO- De rodillas sobre el suelo, sujetaba con desespero y negación su rostro que estaba bastante enrojecido. Nicole intento levantarla del suelo y hacerle entrar en razón.
-No, no lo está, no.
-Nicole, lee lo que dice ahí, hay MUERTOS.
-Hermanita te vas a tranquilizar, voy a hacer unas llamadas para averiguar si ese fue el vuelo que tomó Fernando, lo más seguro es que estés equivocada y estás adelantándote a los hechos.
La situación ese momento estaba bajo las manos de Nicole, una Nicole bastante asustada y perturbada, tenía a su hermana histérica y para completar la escena su pequeña sobrina Mía comenzaba a llorar, al principio dejó que llorara sola por unos minutos, luego no lo resistió más, la tomó de la cuna e intento arrullarla, era un total desastre todo.
Pero se las ingenio para comunicarse con la aerolínea, pero la línea estaba saturada, no recibía ninguna respuesta, se le ocurrió llamar a Oliver, él podría fácilmente ayudar en esos caso él ya se había dado por enterado del siniestro inclusive iba en camino a la casa de Lucero.
Esperarlo era demasiado, necesitaba salir de la duda.
-Necesito que me respondas, esto, te necesito calmada- Le sujetó el rostro a Lucero y la miro fijamente- Necesito de ti, cálmate- Ella asintió con la cabeza y bajo su mirada.
-Ahora responde, ¿Dónde está la Laptop de Fernando? ¿Se lo llevó?
-Sí.
-Demonios, necesitaba que estuviera el Laptop de él aquí para revisar su historial y así encontrar la compra del ticket.
-Nico, creo que el uso el mío- Le habló con hilo de voz.
-Okey- Corrió hasta la mesa de diseño, lo encendió y buscó con rapidez, por suerte encontró la página y todos los movimientos que hizo Fernando. Al comparar fechas, horarios, numero de vuelo y destino, quiso desmayarse, su hermana tenía razón ese era el vuelo.
-Era ese vuelo cierto- Tenia de frente los grandes ojos fijos de su hermanita, no pudo confirmárselo, solo se limitó a darle un abrazo y sentirla desfragmentarse bajo sus brazos- Princesita, Fernando debe estar bien, él está bien.
-No digas mentiras, todos murieron.
-No, aún no encuentran a todos.
-Nicole, tienes razón, él no puede morirse, él no. Él que sea pero mi Fer, no.Oliver no tardó en llegar y junto a él lo padres de Lucero, todos estaban en la sala principal telefoneando a medio mundo para buscar ayuda para saber el paradero de Fernando.
La inconsolable protagonista de la historia, los gritaba a todos porque ninguno la ayudaba realmente, ninguno era capaz de responder sus preguntas, nadie deba razón sobre su prometido. La impotencia crecía de manera desmedida, una impotencia como para golpear paredes, golpear a la nada, llorar, maldecir la vida y crear muchos ¿Por qué? Atormentándola.