Él no lo creía, ahí estaba el niño de ojos grises mirándolo y sonriendo, no sabía qué hacer, cómo actuar, su ritmo cardiaco iba en aumento, miró a su alrededor con desespero, unos metros más allá, ella, si ella, nunca se imaginó encontrarla sin ánimo buscarla.
-Iker por qué me haces esto, no te me pierdes... Era claro que solo estaba mirando al niño, pero esa playera de color rojo con ese estampado y esos particulares converse que usaba el joven de cabello negro que estaba con Iker, solo podía se él, todo a su alrededor se desapareció, solo veía a Fernando- Fernando, aquí, cómo, qué hago, correr no puedo... Pero cómo hizo para encontrarme, ¿y ahora? respira hondo Lucero, ve por el niño ignóralo has de cuenta que no existe, que es un desconocido, él es invisible, lo es...
-Lucero, mi amor. Sonreía y sus ojos brillantes.
-Buenas días, con permiso Fernando- Tomó al niño.
-No, no te marches por favor, llevo días enteros y noches buscándote.
-¿Para qué me buscas? y ya me encontraste, no tenemos nada de qué hablar.
-Yo tengo mucho que decirte.
-Yo ya te dije todo ese día el estacionamiento.
-Perdóname, perdóname, mis días sin ti son un castigo, dime qué quieres que haga, hago lo que sea.
Yo también me muero de ganas de regresar a tu lado, pero mi enojo hacia ti hace que olvide, y mi drama también- Fernando, no sé en qué idioma hablarte para que lo entiendas, tu experimento, tu conejillo de indias se aleja de ti. A parte deja de ser ridículo ese intento de romanticismo te queda pésimo "un castigo" por favor, mejor vete.
-No digas eso. ¿Estás quedándote en ese lugar?
-No te importa y déjame en paz.
-No como crees...
Suéltame o llamo al personal de seguridad, déjanos en paz.
-Está bien, pero ¿me dejas despedirme del niño?- Lucero hizo un gesto de desagrado, cargó a Iker y lo acercó a él.- Cachorro, no olvides que te quiero, te quiero pequeño campeón. Cuida a la preciosa hada.
¿Tiene que ser tan tierno?-Vámonos Iker.
Caminó hasta la salida del hotel, él solo observaba en silencio con miles de sentimientos y palabras reprimidas como esa silueta de medidas ideales desaparecía, en su expresión no había tristeza, una sensación de alegría lo invadía, la había encontrado sin buscarla, y la encontró bien, ella y su hijo estaban bien, físicamente, estaban en un buen lugar, aunque no quiso cruzar más palabras con él, por lo menos sus ojos volvieron a ver la "Luz".
Se acercó a la recepción, su misión era averiguar todo lo relacionado a Lucero en ese hotel, si se estaba hospedando, en qué habitación, cuántos días estaría. Por políticas de seguridad del sitio no sería fácil obtener toda esa información, se valió de sus tácticas de conquista y una cantidad de dólares en efectivo para lograrlo. Una recepcionista accedió a sus peticiones.
-Ella se está hospedando en una suite Premium del ala B, apartó este lugar por cuatro semanas, las pagó con todos los servicios incluidos para ella y su hijo.
-Segura que están solo ellos dos.
-Si, solo ellos, no han salido mucho de esa suite.
-Sabe si ha recibido visitas de algún tipo, si han venido a buscarla.
-No sabría decirle, aquí en ese hotel entran muchas personas diariamente hay cientos hospedándose.
-Señorita es muy amable por su información, ahora quisiera reservar para hoy en la noche e indefinidamente una suite cerca a donde se hospeda Lucero.
-Déjeme revisar.
-Tiene suerte aunque es una Suite el doble de costosa que la de ella, aquí está el precio de un día.
Dios con ese dinero puedo alimentar a media población de Etiopía, no me importa gastarme mi dinero y de paso el de mi madre, estar cerca de ellos no tiene precio. -No importa, resérvela a nombre de Fernando Colunga.
Tomaron el resto de sus datos, y para la noche él estaría más cerca de Lucero, lo haría de la manera más discreta sin que ella se diera por enterada, en su mente se creaba alguna estrategia para que ella lo escuchara, pero más que eso, para cuidar de ellos.* * *
Un especial momento de madre e hijo estaba pasando Lucero en ese agradable Zoológico, acababan de salir del acuario donde Iker no hizo más que pagarse de los vidrios y observar la variedad de especies de peces que habían, ella lo veía saltando, corriendo, dando vueltas sin control y lo más importante feliz, no se cambiaba por ningún ser en el universo, similar a lo que sentía cuando estaba con Fernando, esa sensación de querer ser ella, solo ella.
-¿Ya te cansaste?
-Si.
-Veo que cada vez dices más palabras, mi pregunta será por qué casi no hablas, eres un niño de pocas palabras aunque sonríes siempre. Y esa tosecita que tienes me está comenzando a preocupar, espero que no sea nada malo, no quiero que vuelvas a enfermarte y menos ahora, mejor regresemos al hotel.