Capítulo 3

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Entro a la sala de estar, y veo que ya quedan pocas personas, no quiero sentirme aliviada con eso, pero lo estoy, es decir, también quiero descansar, duré casí tres horas de vuelo de Nueva York hasta Dallas, Texas.

Creo que es lo justo.

Y además estos zapatos de tacones están matandome.

Trato de escabullirme rumbo a las escaleras, pero como si de una invocación se tratase, alguién se aparece frente a mí.

Grace, acompañada de nada más ni nada menos que de Tommy Rush.

¿Alguna vez han visto una película de instituto, en donde siempre hay un capitán del equipo asi todo tipo perfecto y sexy?

Pues ese no es Tommy.

Tommy es el nerd, el chico listillo y cuatro ojos.

Mi mejor amigo.

—¡Oh por Dios, Tommy!— exclamo, sorprendida— pero, ¿cúando entraste?

Él se encoge de hombros.

—Sabes que soy escurridizo.

—Pensé que no ibas a venir. ¿Qué pasó con la conferencia para las competencias de matemáticas?

—Pues como jurado, uno puede darse ciertos lujos— dice acomodando sus lentes, para acto seguido abrir los brazos.

Voy hacía ellos sin dudarlo.

Lo abrazo con fuerza, Tommy ha sido un buen amigo, nos conocemos desde la primaria y desde ese entonces sé todo de él, desde la edad en que dejó de orinarse en la cama, hasta el flechazo que tiene con Grace desde hace años, pero no se lo dice, porque como sabrán, es típico de los nerds ser timidos.

Grace no lo sabe, o eso quiere aparentar, porque me he dado cuenta de cómo lo provoca de vez en cuando, pero solo sé que lo hace para molestarlo.

Como ahora, con una mano en su hombro, lo aprieta suavemente.

—Bien, aquí está, ya la encontraste— le dice, pasando la mano por su espalda y separandose de él— nos vemos por ahí— y le guiña un ojo.

Pude jurar que ví a Tommy temblar mientras acomodaba sus lentes en el puente de su nariz y la observaba alejarse.

Descarada, pensé con una sonrisa dificil de ocultar.

—Ven, sentemonos fuera— le digo tomando su mano.

Una vez fuera nos sentamos en las escaleras del porche, justo como cuando estudiabamos, siempre lo haciamos aquí, donde el paisaje y la brisa siempre nos acompañaban, Tommy decia que ayudaba a mejarar la concentración.

—Y dime, ¿cómo te ha tratado Nueva York?— me pregunta, devolviendome al presente.

—Bien, supongo— le digo encogiendome de hombros— no es para nada como aquí, mucho ruido, mucho frio, mucha gente, mucha urgencia.

—Es la capital del mundo, o al menos eso dicen en las peliculas.

Sonrió.

—No creas todo lo que dicen en las peliculas— le digo— para saber en realidad cómo es tienes que vivirlo.

—Sí, es probable que lo haga—lo observó asombrada.— es probable que me envien como jurado a un instituto en Nueva Jersey.

Abro los ojos con sorpresa.

—¡Eso es genial!— exclamo— tal vez nos veamos por allá, tú me dices cuando y dónde, y yo puedo ir a verte.

Me mira por un momento.

Amor Sin Rodeos© (✔️) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora