El paisaje, es una de las razones por la que me gusta viajar, estoy en el avión y desde aquí la vista -aunque no muy especifica- es hermosa.
Camino a mi pueblo, mi ciudad natal Texas, después de tanto lo he extrañado como loca, sí, soy orgullosamente texana, allí dónde montamos rodeo y pasamos horas y horas ordeñando vacas y ensillando caballos.
Pasé toda la temporada en la universidad de Yale en Nueva York, fuí admitida luego de tantos intentos fallidos, pude ser aprovada en esa prestijiosa universidad, mamá siempre decía que lo único que se pierde es la esperanza, y a pesar de ser rechazada en diferentes oportunidades nunca perdí la fé,
Mamá.
La he extrañado mucho, núnca perdimos contacto, hablabamos todos los días y por fín la veré, a ella y a papá, por fín veré a mi família.
Mi tía, y mi prima también me esperan.
—Pasajeros con destino a Texas, preparados para aterrizar— dice una voz de una mujer por los interlocutores, sacandome de mis pensamientos.
El avión aterriza sin ningún problemas y respiro profundo. Sí, me gusta viajar, pero se siente como un reto cada vez que lo hago.
Tomo mis cosas antes de bajar, voy directamente al baño, hago mis necesidades primarias y luego me lavo la cara. Miro la cicatriz del lado izquierdo de mi frente. No es grande, por lo que puede camuflajerase con el cabello.
Me la hice en un accidente, hace dos años. Según mis padres, iba camino a una fiesta, cuando un camión se cruzó en mi camino. Yo no recuerdo muy bien esa noche, de hecho no recuerdo mucho antes de ese día. Y en realidad, es algo en lo que no me gusta pensar. Siempre que intento recordar, me odio a mi misma por no poder hacerlo.
Salgo del baño y me dirijo a las afueras del aereopuerto. Papá me dijo antes de salir de Nueva York que enviaría a alguien para recogerme, así que puedo tomar unos minutos para aspirar profundamente, el viento el cual golpea mi cara y es tan diferente al que dejé atrás, allá en Nueva York.
Aunque dejé allá a amigos y mi rutina, no lo extraño, de hecho creo que no me hará falta, aprovecharé cada momento que estaré aquí, porque he aprendido que los momentos más importantes son lo que pasas con tú familia, con tus seres queridos, y haciendo aquello que te gusta y a mí me gusta esto, me gustan las montañas, los ríos, los animales, mi gente, mi pueblo.
Estoy tan sumida en mis pensamientos que no me doy cuenta que alguien está tocando bocina, por lo que me sobresalto y doy un paso atrás— ni siquiera me dí cuenta que estaba en medio de la calle— me volteo para volver a ponerme en la acera, pero la persona sigue tocando. Con insistencia. ¿por qué sigue tocando si ya me quité?
Fastidioso.
Alzo la vista para ver al molestoso, entonces lo veo.
Esos ojos me atrapan, esos ojos de un color azul tan claro que creo que son grises, sí, deben de serlo porque aunque tenga los ojos entre abiertos mirándome extrañado, puedo notar ese color tan hermoso y llamativo, son los ojos más enigmáticos que he visto. Y su cabello de un negro intenso, se ven tan sedosos y sueves que me dán ganas de pasar mis dedos por esas hebras ondulas. Su piel es blanca y cremosa y sé que lo estoy mirando con descaro, pero es inevitable.
Él es atractivo, impotente y lo sabe, sabe que lo es.
Veo que lleva su mano atrás, y dedujo que es para sacar algo de su bolsillo, en efecto, es algo que parece ser una foto.
— Eres ¿Samantha Prixton?— pregunta entrecerrando los ojos.
—¿Quién lo pregunta?— verán, de pequeña mi mamá me enseñó a no darle mi nombre a extraños.
Sale del vehículo, y por primera vez me fijo en este, es una Ford Ranger todo terreno color blanco, aunque en realidad debería decir amarillo por todo el barro que tiene, se nota que ha saltado muchos charcos.
El chico ojos grises rodea el vehículo y no puedo evitar mirar su caminar, camina seguro, como si supiera lo que está haciendo, y ni hablar de su cuerpo, es músculos por todas partes, tiene fuertes brazos, pecho ancho, y esas piernas, se nota que pasa horas ejercitandose, trato de no mirar más abajo pero...
—Jared Turner— ni siquiera me dí cuenta cuando se paró frente a mí y me tendió la mano, y todo eso por estar mirando, su cuerpo y ni hablar que casí llego a su entre pierna ¿pero qué me pasa?
Tomo su mano y la estrecho, no puedo negar que sentí un cosquilleo, su palma está caliente y se siente acogedora.
—Tus padres me enviaron a buscarte, el señor Prixton está en una reunión con socios para la venta de ganado, y la señora prixton dijo que tenía que hacer algunos recados— dice quitandose su sobrero vaquero y sosteniendolo entre una mano, la otra se la enganchó en el bolsillo, una típica pose de vaquero.
No puede negar el sentimiento de decepción que me embargó, no puedo creer que no haya venido aguien con él a recogerme, almenos mamá, Grace, Tía Marie, no lo sé . Pensé que me extrañaban como yo los había extrañado a ellos.
Parece que sus negocios y sus quehaceres son más importantes que yo.
—Gracias por tomarte la molestia— le digo mirando hacía abajo.
—No ha sido ninguna molestia, ¿me permites tú equipaje?— pregunta, mirando detrás de mí y señalando mi maleta.
—Oh no, no te preocupes, puedo hacerlo, no traje mucho, no me quedaré por mucho tiempo— digo lo último murmurando entre dientes,— yo lo llevaré.
—Insisto, permiteme a mí— ni siquiera me dió tiempo a prostestar cuando ya estaba atrás de mí recojiendo mi equipaje.
No puedo negar que es todo un caballero y eso, me gusta.
—¿Nos vamos?— pregunta, entrando la maleta en el asiento de atrás y acto seguido, me abre la puerta del copiloto.
Todo un caballero.
El camino a casa fué silencioso, no me atreví a preguntarle nada, ni quién era, ni de dónde había salido, no me creí con ese derecho aún, más adelante ya lo averiguaría.
Después de media hora de camino, al fín llegué a mi hogar, desde el camino a la entrada ya venia viendo la arboleda, siempre ha sido una casa impresionante, de dos plantas, color blanca, esa casa que por mucho tiempo fué mi hogar, mi refugio, mi resguardo, dos años, sin verla, dos años que se me hicieron eternos.
Bajé del vehículo ansiosa, ya quería verlos, por algún momento se me había olvidado la decepción de hace un rato, pero ese sentimiento volvió, cuando ví la casa a oscura, ¿será que nadie estaba allí? ¿será que se olvidarón de mí? No, no puede ser, si antes del vuelo había hablado con mamá, no puede ser que me hayan hecho ésta, ¿será que no me hecharon de menos, como yo a ellos?.
Sin tanta prisa ahora, trato de buscar mi maleta del asiento trasero, pero ya el chico ojos grises la tiene entre sus manos.
—Gracias— trato de sonreirle, pero creo que me sale más como una mueca, que como una sonrisa.
—No hay de qué— me responde sonriendo de medio lado.
Subo las escaleras del porche, uno a uno, tratando de retrasar un poco la subida, ya que no me siento tan alegre ahora, de volver a pensar que, no están en casa me dan ganas de volver a Nueva York, pero ya estoy aquí así que tengo que afrontar lo que me espera en todo el verano.
Abro la puerta y en efecto, está todo a oscuras, ¿por qué tuvieron que hacerlo, justo hoy? ¿no se supone que me esperaban con ansias?.
Trato de alcanzar el interruptor, y cuando al fín lo hago, prendo las luces.
—¡¡¡¡SORPRESA!!!!
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Hola!!!Me ayudarian bastante con una estrellita y comentarios!
Besos!
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Amor Sin Rodeos© (✔️)
Roman pour Adolescents(Editando) Samatha llega a su ciudad natal de vacaciones y no recuerda muchas cosas de su pasado, un accidente le ha hecho que olvide algunos pequeños detalles. Todo vuelve a atormentarla cuando el chico de los ojos grises parece que tiene algo que...