El domingo llega como una bala, y siento como mi ánimo baja cada minuto que pasa.
Es el día de la dichosa cena con esas personas, y mamá insiste en que debemos estar todos.
Y aquí estamos en la sala de estar, esperando.
—... Y para el colmo llegan tarde— comenta tía Marie, caminando de un lado a otro —¿quiénes se piensan que son?
La miro y eso me pone más nerviosa.
—Sientate mamá, vas a marear a todos con tantas vueltas— comenta Grace.
Miro a mamá y una idea que he estado pensando desde temprano, quiere salir a flote.
—Mamá— la llamo, y ella voltea ya que estaba hablando con papá.
—¿Sí cariño?— pregunta mirándome.
No sé como lo tomará, pero me arriesgaré.
—¿Y sí mejor le ofrecemos el local de mi invernadero?— digo y ella me mira como si fuera una cosa rara.
—De ninguna manera— dice firme— ¿cómo se te ocurre si quiera pensar en algo así?
—Es que y si ellos...—trato de decir pero ella me interrumpe negando.
—Ese invernadero es tuyo— dice señalando afuera, como si el invernadero estuviera detrás de la puerta— un regalo de nosotros hacia tí, ellos que busquen otro lugar donde hacer sus propias cosas.
—Sí, pero...—insisto, pero ella me interrumpe nuevamente.
—Y asunto terminado— dice tanjante.
Asiento, aceptando que ya no podré convenserla. Cuando quiere, puede ser muy testaruda.
Al cabo de un minuto llaman a la puerta.
Veo a Juanita ir hacía ella y abrirla.
Cuando lo hace, tres hombres entran por ella.
El primero en entrar es un hombre alto y canoso, el segundo es uno más bajo y con lentes, y el último parece ser el más joven de todos, no están alto pero tan poco pequeño, podría decir que estatura promedio y su cabello es rubio ceniso.
Entran a la casa con un saludo de buenas noches, al cual respondemos de igual manera, parándonos del sofá.
El señor canoso se presenta tendiendonos una mano como:
— Richard Hudson— dice— mi hermano y abogado Roger y mi hijo Robert.
Asentimos ante la presentación y papá nos presenta a Grace y a mí.
—Mi hija y sobrina— nos señala y nosotras respondemos con un asentimiento de cabeza.
—Bien— dice mamá con un tono más calmado que el de hace rato— tomen asientos caballeros.
—Gracias— dice el más alto— pero es mejor que vayamos al punto de esta reunión.
—Después de la cena podemos hacerlo— dice mamá.
Veo a tía Marie rodar los ojos, y sonrio disimuladamente, en serio que no les gustan esas personas.
Es decir, ni a mí me agradan, quieren quitarles el lugar de negocio de mi mamá y de toda mi familia, ¿a quién le agradaría eso? Pero conozco a mamá y sé que trata de ser, lo más amable posible para que las cosas salgan bien.
—Si no quieren esperar— dice papá— es mejor que comencemos.
—De hecho sí podemos esperar— dice el hombre rubio, el más joven— ya estamos aquí, no tiene por que haber apuros.
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Amor Sin Rodeos© (✔️)
Jugendliteratur(Editando) Samatha llega a su ciudad natal de vacaciones y no recuerda muchas cosas de su pasado, un accidente le ha hecho que olvide algunos pequeños detalles. Todo vuelve a atormentarla cuando el chico de los ojos grises parece que tiene algo que...