Capítulo 29

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Cuarenta minutos después ya estabamos frente al lugar.

No está como lo ví la otra vez, al frente ya no estan las mayas, si no un pequeño jardin con flores de diferentes colores, más allá una estructura con grandes ventanales de vidrio que deja ver el invernadero por dentro, las puertas están cerradas y al frente de ella una cinta roja— supongo que es la que se cortará para así, quedar inaugurado el negocio—.

Al lado de éste, hay una carpa grande, al fondo una tarima y frente a ésta, un espacio vacío donde adivino que es la pista de baile. También hay bocadillos, un cóctel de bebida, y unas cuantas mesas con sillas.

Estoy impactada todo está hermoso, verdaderamente mis padres se la lucieron.

Ya dentro hay varias personas algunas sentadas, otras paradas bebiendo cóctel o lo que parece ser champagne, miro a mi alrederor buscando a la única persona que me intersa que haya venido. Pero no lo veo por ningun lado.

—No está aquí Grace— le susurro por lo bajo, ya que ella está a mi lado, la miro—pueda ser que él esté...

—¿En un rodeo?

Niego resoplando y miro hacía la tarima.

—Espero que no.

Minutos después, con una copa de champagne y ya más relajados una música suave empieza a sonar, lo que hace más ligero el ambiente. Tommy, Grace, yo y unas personas, que se acercaron a saludarnos, comenzamos a hablar sobre el invernadero, y lo bueno que es invertir en un negocio como éste, cuando una figura un poco conocida llega hacía mí con dos copa de champagne en sus manos.

—Buenas noches— saluda mirando a todos con una inclinación de cabeza— señorita Samantha es un gusto verla otra vez.

—Señor Robert— digo y para ser sincera ni siquiera me acordaba del señor Robert, pero al parecer, él sí, lo que me hace pensar, que es un hombre muy persistente.

—¿Me permite?— pregunta hacienso un festo cin la cabeza, lo que quiere es que vaya con él a solas, miro a Grace y Tommy, en busca de ayuda, pero estos solo miran entre Robert, y yo sin si quiera decir nada.

Gracias por la ayuda, chicos.

—Sí— es lo único que digo antes de ir con él. Me tiende la copa de champage y yo le muestro la mía— aún me queda, gracias.

—Esa está caliente, puedes tomar está— dice señalando la suya ,y por considencia de la vida justo pasa un camarero y tengo que dejar mi copa en la bandeja, para tomar la suya.

—Permíteme decirte, que estás muy hermosa está noche.

Lo miro y sonrío un poco modesta.

—Gracias.

Él asiente y lleva su copa a su boca para beber un trago.

—Tuve que volver a llamar esta tarde, ya que la vez que hablamos parece que se te olvidó decirme la dirección del lugar. Sin embargo no respondiste.

Lo miro un poco avergonzada es cierto no le dije la dirección exacta, pero sí, le dije a las afueras de la ciudad y eso cuenta ¿no?

—Lo siento señor Robert, olvidé decirsela, en cuanto a la llamada no contesté porque salí esta tarde y dejé el teléfono, en casa.— no le digo nada más porque siento que no tengo que darle explicaciones, digo, está aquí, debería dejarlo pasar.

—Tranquila entiendo, de hecho creo que....— ya no soy capaz de escuchar lo que está diciendo porque en cuanto veo al hombre que viene hacía nosotros se me olvida todo.

Amor Sin Rodeos© (✔️) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora