Capítulo 26 - Futuro

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Bajo una idílica mañana soleada Leo trotó escaleras abajo fuera de su casa. Quitó el candado que mantenía a su bicicleta unida al primer árbol de la calle, y tres segundos más tarde ya pedaleaba enérgico calle abajo.

Diez minutos después llegó a una calle cuidada, de aspecto pintoresco, llena de negocios nuevos pero que pretendían evocar estéticas de años ya pasados. Allí frenó de golpe, buscando un lugar donde poder candar su vehículo, antes de encaminar sus pasos hacia una cafetería también estilo "Vintage", en donde fue directo a la barra a pedir un Latte Macchiatto. 

La chica que le tomó la comanda sonrió, apuntando su nombre en un vaso de papel antes de pedirle cierta cantidad de dinero.

En condiciones normales el precio le habría parecido un robo, pero en realidad él no iba a aquel lugar porque fuese barato. Tampoco porque el café le gustase especialmente. Por lo que tras pagar, mientras esperaba su bebida, Leo se dedicó a observar con aire aparentemente casual a todos los clientes presentes en el establecimiento.

A penas pudiendo controlar su sonrisa cuando, una vez más, como llevaba ocurriendo durante todas las tardes de la última semana, lo vió:  En la mesa del fondo que daba a la ventana. Un joven de piel pálida. Alto y extremadamente delgado.  De rasgos agraciados y unos preciosos ojos dorados perfectamente visibles bajo unas elegantes gafas apenas sin montura.

Aquel día vestía algo descuidado para variar. Y tenía sobre la mesa del café tres libros gruesos, acompañados de un buen fajo de papeles, así como media docena de bolígrafos de colores. Trabajaba con todo a la vez. Nervioso y exaltado. Pegando pequeños resoplidos nerviosos que por alguna razón a Leo le resultaron adorables.

"¿Acaso tienes un examen?" se cuestionó éste mismo justo antes de que un empleado del local le llámese por el nombre para entregarle su bebida.

De esta forma Leo terminó a cuatro mesas de distancia, pretendiendo leer un libro que traía en su mochila mientras lo que en verdad hacia era mirar de reojo al otro joven.

Sabia que tenía que dejar aquello. En realidad ni siquiera sabia porque lo hacia. Nunca había hecho nada parecido. 

Sus ex novias siempre le habían abordado a él. Además su última relación todo lo que tuvo de corta, lo tuvo de agobiante y tóxica. Por lo que de ninguna manera se planteaba a corto plazo empezar otra con alguien más. También estaba el tema de que un mes atrás, nunca habría creído posible que pudiera sentirse atraído por un chico. 

Pero ahí estaba ahora, mirando de reojo con una sonrisa en los labios a aquel peculiar joven que era llamativo hasta en la mecha rubia que destacaba sobre el resto de sus cabellos morenos.

Poco había sabido él la semana anterior, cuando una compañera de trabajo le invitó a tomar una infusión tropical en aquel mismo negocio para que pudiera desahogar sus supuestas "penas", tras una nefasta racha de relaciones sentimentales realmente malas, que iba a terminar de aquella manera apenas siete días después.

"¿Que estoy haciendo?" se dijo veinte minutos más tarde para si mismo, con lo poco que le quedaba del café completamente frío en el fondo de su vaso de papel.

"Podría pasarme toda una vida así y no serviría de nada." 

"¿Que es lo que realmente quiero? ¿Conocerle? ¿Darle un poco de conversación?"

"¡Pues venga! ¡Valor! ¡Hoy es el día! ¡Voy a hablarle y que pase lo que tenga que pasar!"

Más en ese momento, por primera vez en su existencia, Leo sufrió en sus carnes lo que nunca había experimentado: un brutal ataque de timidez que le dejo abochornado hasta las orejas, completamente agarrotado, e incapaz de levantarse de la silla.

Apeiron [ AMOLAD ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora