Ya no quedaban muchos lugares en el mundo seguros para los humanos, habían pasado pocos años, pero "Los Plateados", así como ellos los llamaban, se habían adueñado de su planeta casi por completo.
Por suerte, hacia un par de meses que habían podido encontrar una cabaña muy arriba en las montañas, en donde, ella y su hermana habían hecho su hogar transitorio. Sabían, o más bien, esperaban que existieran grupos de humanos alrededor de todo el país, pero cuando te ocultas con tantas ganas, es difícil conseguirlas.
Ya eran dos años tratando de dar con un grupo de estos y las esperanzas estaban volviéndose nulas.
Existían excursionistas con aquellos ojos color plateado que rondaban la montaña de vez en cuando; así que las hermanas se acostumbraron a tener todo siempre armado para huir en cualquier momento.
─Freya, escucho algo.
Su hermana, un par de años menor, había estado haciendo guardia aquella noche mientras ella preparaba algo para cenar; las noches eran más angustiosas que los días, ya que, no podían ver absolutamente nada en el bosque y tenían que tener todo apagado para intentar seguir indetectables.
Al escuchar que su hermana anunciaba aquello que le preocupaba, lo primero que pensó la chica fue que había sido un animal, estos pequeños seres ya las tenían acostumbradas a acelerar sus corazones por el susto.
─Seguro no es nada Elizabeth, hace dos días pasaron un grupo de excursionistas, sabes que siempre tardan más en aparecer; estamos muy alejadas de la civilización.
Esto no tranquilizaba para nada a la menor de las hermanas, así que a pesar de la certeza con la que Freya había hablado esta seguía vigilando fijamente los árboles, mientras la mayor condimentaba la sopa para aquella noche.
El ruido volvió a incomodar a Elizabeth alejándose un poco de la cornisa de la ventana.
─Freya, de verdad, no creo que sea un simple animal.
Exasperada, Freya detuvo sus labores de cocinera para acercarse a la cornisa a cerciorarse de que en realidad no estaba pasando nada, pero cuando esta se asomo pudo ver el movimiento de una linterna fijarse en la ventana justo dándole en la pupila, haciendo que esta retrocediera y chocara con la mesilla más cercana, cayendo al suelo. En la caída se había roto una lámpara formándole un rasguño algo profundo en el brazo derecho y causando ruido. Un gemido de dolor salió de la boca de está tratando de incorporarse.
─ ¡Rápido Elizabeth tenemos que irnos de aquí!
─Pero tú brazo...
─No te preocupes por mí, ve y apaga la chimenea, recoge las cosas, las más importantes, mientras yo trato de detener el sangrado.
Una nerviosa Elizabeth, petrificada por tan solo un momento, comenzó a moverse por la habitación recogiendo las cosas, mientras Freya rasgaba una parte de su camiseta y fue rápidamente al lavaplatos de la cocina, limpio un poco la herida con el agua que salía y se amarro la tela alrededor del brazo. Para cuando hubo terminado pudo escuchar las voces de los excursionistas acercándose a la entrada de la cabaña.
─Escuchamos reportes de actividad de humanos por esta zona, rodeen la cabaña, no dejen que escapen.
No eran excursionistas, eran buscadores y estaban allí por ellas, sabiendo que el ruido que había hecho previamente en la caída les había confirmado su presencia allí. Esto alarmo a Freya corriendo a tomar su mochila prácticamente vacía del piso y llenarla con las primeras cosas que encontrara.
─Vámonos Eli, van a rodearnos y no podremos salir de aquí.
Las hermanas salieron corriendo por la parte de atrás de la cabaña, cuando dos buscadoras, una de cabello negro y la otra de cabello rojo, las habían visto y corrían en su búsqueda.
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EL ALMA - Saga: Impura Trinidad - Libro 1 (Completa ✔)
Fantasy-Esta historia esta siendo editada- La tierra ha sido controlado por seres nobles y amables. Seres que quieren mejorar la vida con tecnología mejorada y cultura superior, pero para ello lo primero que tienen que hacer es eliminar a la raza humana...