CAPÍTULO 5 - ELIZABETH - PARTE 1

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A Elizabeth la despertó el olor a carne asada, demostrándose a sí misma que quizás tenía más hambre de la que quería admitir, este olor que tenía tiempo sin sentir formó una sonrisa en su rostro, no era por menospreciar las sopas de Freya o la comida enlatada que conseguían por el camino, pero oler y comer realmente un pedazo de carne le emocionaba.

Se estrujo los ojos aun dentro de su saco de dormir y esa sonrisa que ya estaba en su rostro se intensificó al ver una especie de mesa para comer, armada en el piso de la cueva.

Freya por otro lado estaba organizando unas cosas en las mochilas, o quizás buscando algo, la luz no era lo suficientemente clara como para saber a perfección que era lo que hacía, mientras tanto Thomas estaba metido en una olla improvisada con cosas conseguidas en el camino, como si fuera un verdadero chef.

Eso huele delicioso.

Gracias pequeña, hice lo que pude con las plantas que hay en la zona para que por lo menos tengamos los nutrientes necesarios para no desmayarnos durante el día o algo así─ le dijo guiñándole un ojo.

No sabía porque, pero algo en ese "pequeña" que salió de los labios de Thomas hizo que Elizabeth se sonrojara de pies a cabeza, e inclusive se le erizaran los pelos del brazo; agradeciendo la oscuridad que había en la cueva ya que hacía imposible que éste lo notara.

Freya ¿hueles? ¿Verdad que se ve asombroso?

Si, tienes razón─ Dijo esta sin siquiera voltear a ver a su hermana, distraída y concentrada en lo que ahora si parecía ser una búsqueda en las mochilas.

¿Que estas buscando de todos modos?

La foto de papá y mamá ¿La recogiste de la cabaña verdad?

Sus pensamientos se fueron rápidamente a esa noche y en realidad, Elizabeth no recordaba haberla tomado, todo en ese momento le parecía tan borroso ahora que intentaba con sus fuerzas recordar aquella noche, hubo muchas cosas que ella no recogió por el nerviosismo y el apuro con el cual salieron de la cabaña.

Se sintió mal, muy mal, porque era algo significativo para ambas, era el único recuerdo que les quedaba de sus padres.

Bajo la mirada apenada.

Lo siento.

Freya no dijo nada, pero no fue necesario que dijera nada, su cara fue suficiente para hacer sentir a Elizabeth de la patada, el silencio fue una especie de castigo ya que su hermana simplemente caminó hacia la entrada de la cueva, casi haciéndola preferir que le hubiese dicho algo, que le hubiese gritado, insultado, decirle que era la peor hermana del mundo.

¡¿A dónde vas?!─ Inquirió algo desesperada al verla irse, haciéndola levantarse de golpe en un ademan de seguirla, deteniéndose en seco sabiendo que no era buena idea.

No hubo respuesta alguna y no pudo decir o hacer nada para que Freya volviera dentro.

Las lágrimas brotaban de los ojos de Elizabeth sin ella poder contenerlas, no quería que Thomas la viera llorando, demostrarle, que, aunque tratara de evitarlo, seguía siendo débil, esa niñita que no es nada sin su hermana.

Intentó con todas sus fuerzas detenerlas, pero seguían brotando de sus ojos, era más fácil huirle a él, así que en vez de seguir a Freya se encaminó hacia otro lado de la cueva, pero fue inútil porque éste la siguió.

Volverá, solo está nerviosa por su seguridad, la de ambas, cree que soy peligroso, no es tu culpa.

Las palabras le entraban por un oído y le salían por el otro, esto no tenía nada que ver con él, ni con la seguridad, sabía que era algo tan simple como que extrañaba a sus padres y lo sabía porque ella también lo hacía.

En ese momento fue Freya quien buscaba la foto, pero perfectamente pudo haber sido ella, ella también la usaba, la buscaba y trataba de en los ojos de sus padres buscar seguridad.

Su mirada se fijó en la entrada de la cueva, como esperando que Freya entrara en cualquier momento con un semblante que le demostrara que todo estaba bien, el chico seguía hablando, pero ella en realidad no escuchaba nada de lo que esté estaba diciendo; cuando una gota cayó sobre su nariz producto de la humedad interna de la cueva ésta espabiló.

Solo dale un poco de tiempo, te prometo que haré todo para ganarme su confianza, así como logre ganarme la tuya.

Salvaste su vida Thomas, eso es suficiente para confiar en ti, o bueno lo es para mí y también debería ser suficiente para ella─ Siguiendo el hilo de la conversación que él había empezado, que no tenía nada que ver con lo que realmente pasaba, pero que era algo igual de preocupante que generaba tensión en el ambiente.

Hubo un minuto de silencio, en donde ambos se miraron a los ojos, ella no pudo evitarlo y los suyos se posaron en los labios de él, haciendo ese camino entre ojos y labios, sus lágrimas habían parado y ahora su corazón había empezado a acelerarse.

Asombroso, ahora interrumpo "un momento"─ Freya había entrado, y había hecho énfasis en la última palabra haciendo unas comillas con sus manos y rodando los ojos ─Thomas puedo hablar contigo un momento a solas, por favor─ Finalizó, restándole importancia a su última frase.

¿Qué le vas a decir? ─ Saltó rápidamente Elizabeth.

Tranquila, todo estará bien pequeña─ Dijo Thomas a la rubia que se había puesto nerviosa por la petición de Freya.

La mayor de las hermanas, apática y con los brazos cruzados en el pecho, recibía a un Thomas resignado a lo que fuera que Freya le fuese a decir.

Elizabeth observaba todo desde una segura distancia mientras ellos dos hablaban en un tono lo suficientemente bajo para que ella no escuchara absolutamente nada, su curiosidad iba en creces y esperaba el momento en que lo que sea que le dijera causara que Thomas se fuera.

Freya nunca lo iba a golpear físicamente, no era de esas, era más de las que herían con el silencio y podían herir aún más con las palabras.

Al cabo de unos minutos estos volvieron juntos hacia donde estaba Elizabeth, estaba esperando que le explicaran que sucedía, quedándose con la duda porque tanto Freya como Thomas decidieron ignorar lo que acaba de ocurrir y sentarse frente a la fogata a comer aquella ardilla que ahora estaba caliente y cocinada.

El hecho de que Thomas siguiera allí, le hizo pensar que no importaba que hubiesen hablado porque parecía que él no se iría a ningún lado, sonrió de medio lado para sí misma y se acercó a la fogata nuevamente para tomar su parte de la comida 

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Última edición: 09 de Agosto del 2021

EL ALMA - Saga: Impura Trinidad - Libro 1 (Completa ✔)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora