Era difícil no recordarlo.
Era difícil no recordar cada instante, cada segundo, cada grito de esa noche.
Eso era sólo el comienzo de lo que llegaron a ser las secuelas de esa horrible suceso.
Recuerdo que muchas patrullas llegaron de la manera más escandalosa posible, o tal vez yo lo percibí así, estaba tan solo y tan silencioso aquel extenso y gran lugar, ni recuerdo cuanto tiempo estuvimos desde que la van nos dejó ahí hasta que llegaron los refuerzos.
Las noches en el hospital, cada una, ninguna fue tranquila. Cuando dormía venían a mí imágenes complejas de esa noche, era extraño que no se sintieran como sueños, se sentían como una reproducción, reproducciones perfectas que repetían y repetían exactamente lo que pasó. Cuando Emma despertó estaba muy desorientada, recuerdo que me pidió disculpas, por no poder ayudar, por no haber estado ahí. Claro la perdoné, siendo prácticamente obligada ya que no pensaba hacerlo teniendo claro que no tenía nada por lo que pedirme disculpas, pero por mi parte, yo no sabía como disculparme con ella, ni cómo decirle que no pude salvar a Caroline.
Después de varios tratamientos y terapias para sanar completamente pasaron tres años desde esa vez, hasta hoy en día, en donde me mudé al Estado en el que raptaron a mi amiga y me acababa de dar cuenta que cerraron su caso, y en el que ahora yo buscaba trabajo.
Y henos aquí.
Emma y yo estábamos paradas una al lado de la otra contemplando la comisaría de la ciudad como si tuviera un enorme y llamativo cartel de publicidad, o si tan siquiera tuviera algo de interesante.
—Interesante, ¿no? —dijo Emma volteándose hacia mí con una gran sonrisa.
—Si tu jefe te paga para que digas eso entonces haces un pésimo trabajo, porque, amiga, no me convences.
Aunque en realidad, sólo eran mis ganas de molestarla, el establecimiento no estaba nada mal. La estructura de entrada estaba pintada en color café en algunas partes y en su mayoría era de un color claro, oh sí, y no le faltaba la gran placa dorada que decía COMISARÍA, el nombre de la ciudad y el Estado con una fuente de letra más pequeña que las letras anteriores.
—¡No está tan mal!
—Tienes razón —dije con la mirada ligeramente baja—, es un buen lugar. —Levanté la cabeza para encontrarme con sus ojos cerúleos— Gracias por esta oportunidad, Eme.
—No hay de qué, Tori. —su sonrisa siempre encontró como hacerme sentir mejor, nunca era la excepción.
Tomamos camino hacia la entrada para dar el siguiente paso en esta operación.
Tenía las hojas de mi currículum apoyadas en mis antebrazos firmemente sostenidas. Sé que bien pude haberlo mandado por correo electrónico, pero ¿por qué?, estoy aquí, lista para comenzar con todo este procedimiento de la mejor manera, siento que fue buena idea haber ido personalmente a dejar mi información.
Al entrar era más grande de lo que me esperaba. Todo era muy limpio y el piso blanco estaba muy brillante, las bancas estaban bien barnizadas y no era necesario que las luces del lugar estuvieran encendidas, el techo tenía unos bellos y grandes tragaluces que le daba un agradable y tranquilo ambiente al lugar. Casi se me olvidaba que era una comisaría.
Emma era la que guiaba nuestro camino, nos acercamos a un escritorio alto y oscuro de recepción, donde atrás se encontraba el mismo símbolo plasmado en la placa que llevaba Emma en su uniforme, sólo que muchísimo más grande.
—Buenos días, Nathan. —pronunció Emma sin mostrar mucho interés en su saludo.
Emma le había saludado a un oficial de policía que parecía de nuestra misma edad que anteriormente escribía en una computadora. Él tampoco mostraba mucho interés en saludar de manera amigable, y cuando levantó la mirada de cansancio para vernos ésta cambió cuando dejó de ver a Emma y posó su atención en mí.
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Te amaré tras las rejas.
ActionVictoria Bowen es una joven oficial de policía que se mudó junto con su madre de Arizona a Dallas-Texas EE.UU después de encontrar mejor oportunidad de trabajo en ese lugar. Victoria tomará el reto necesario para cumplir una de sus más grandes metas...