-Capítulo 9-

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-¿Ah...? ¿Victoria?

Emma no tarda mucho en corresponder el abrazo, confusa, pero lo correspondió. Ella colocó su mano en mi cabeza y daba pequeñas caricias.

-Emma, lo siento mucho. -Estaba cerca de su oído así que escuchó con total claridad- Tú sólo quieres mantenerme a salvo y yo no valoré eso. Perdóname por favor, debería agradecer el hecho de que te tengo como amiga y que a pesar de mi extraña manera de tomar decisiones a lo loco tú sigues a mi lado.

-Aww, Tori... -Y con eso di por seguro que me perdonó.

Pude ver como Nathan se levantó y se puso al lado de Emma. Parecía que tenía la seguridad de que yo volvería, pude ver una pequeña sonrisa en sus labios.

Me separé de Emma y sin que ninguno de los dos se lo esperara abracé a Nathan y no me di mi brazo a torcer a pesar de que se notó lo tenso y sorprendido que estaba cuando lo abracé.

-¡Oye! ¡La disculpa es conmigo, no con él! -Se quejó Emma poniendo sus manos en su cadera. Algo que siempre hace cuando se molesta.

Nathan notó la molestia de Emma y al final reaccionó y me correspondió el brazo. Y con eso di por seguro que ya era parte del extraño grupo que es sólo conformado por estos dos gladiadores (algo que no me incluye, la pelea a muerte es entre ellos dos) y mi papel aquí sería cerciorar que de verdad no se maten.

...

Ni Emma ni yo teníamos que hacer turno esa noche, por eso nos montamos en La Avalancha y nos dirigimos a mi casa.

-Gracias por perdonarme. -Dije sonriéndole. Por lo menos no soy de las personas que decidirían mil veces tirarse de un puente que aceptar que se equivocaron.

-Te lo merecías.

-¿Disculpa? -Bueno, tal vez si soy un poco orgullosa.

-Disculpa aceptada. -Sabe que la estaba viendo y aprovechó a sonreír satisfactoriamente.

Después de esa pisoteada a mi caritativa humildad al aceptar que me equivoqué no mencionamos nada más en el camino. Después de unos minutos quise molestarla mencionando la pequeña revelación que me dio Collin de que realmente ella se preocupa por su enemigo eterno, pero al querer decir algo detuvo la camioneta. Bufé ante mi fallida jugada para sacarla de quicio y busqué la mochila que me había llevado al trabajo, pero por un instante se me olvida lo que hago al ver que Emma igual se baja.

-¿Sucede algo? -Pregunté.

-Oh, descuida. Creo que tiene algo en las llantas. -Oh, bueno, si ella lo dice.

De igual forma me bajé y me acerqué a ella, no terminé de acercarme cuando ella de repente se enderezó y rodeó la camioneta.

Qué extraño estaba actuando.

-¿Todo bien con las llantas?

-¡Claro!, aunque creo que tengo que revisarlas más a fondo.

-¿Dentro de mi casa? -Pregunté divertida.

-¡Por supuesto! ¡Ahí miro mejor cuál es el problema! -Gritó. Estaba ya lejos, prácticamente llegando a la puerta.

Caminé con una sonrisa confundida, supuse que quería saludar a mi mamá pero si fuera así sólo me lo hubiera dicho. Victoria, te estás dando muchas vueltas.

Te amaré tras las rejas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora