Katherine Campbell.
— ¡Katherine, basta!
Estaba segada por la ira, la angustia, la desesperación y la necesidad.
Di otra patada a la puerta.
Y otra.
Y otra.
— ¡Katherine, ya basta!
Tomé aire para golpearla de nueva cuenta pero me detuve al ver como Eva se interponía entre la puerta y yo.
Ella sabía que si se interponía yo no iba hacer algún movimiento en contra de la puerta.
— ¡Aléjate!
— ¡Katherine, no! Ya basta... —Su voz estaba ahogada, dañada por su anterior llanto — Patear como loca la puerta no la abrirá, sólo lograrás que venga un oficial hasta acá, te llamen la atención y pases un tiempo en la celda de Arrepentimiento por hacer escándalo y por tu acto de imprudencia allá afuera.
— Tú no entiendes. Quítate de en medio.
— Sí, tal vez no sé como te sientes exactamente pero al igual que tú estoy preocupada por la oficial Bowen, pero en estos momentos no somos nadie para hacer algo al respecto.
Mis labios se curvaron hacia abajo cuando encontré el sentido de la palabras de Eva. Ella tenía razón, y aunque yo aceptara que la tenía no quería creer en eso, aunque fuera la pura verdad.
Bajé la cabeza y lentamente empecé a retroceder hasta que sentí la cama de Eva, no pude evitar dejarme caer y sentarme, coloqué mis codos en mis rodillas mientras con las manos me sostenía la cabeza.
Negaba ligeramente, odiándome por imaginar escenarios en donde ella estaría muy mal, demasiado para no volverla a ver, y me pregunté cómo podía imaginar algo como eso si ni tenía la más mínima idea de lo que pudo haberle pasado.
Ante esta interrogante recordé su rostro contraído en llanto, las luces brillantes haciendo relucir lo brillante de su rostro por la humedad de las lágrimas, y sobre todo los gritos que yo no podía escuchar pero que estaba segura estaban resonando en la soledad del pasillo en el que ella se encontraba, sufriendo, llorando, tan lejos de mí.
Ya no quería pensar en eso, en que estaba lejos de mi alcance, en que no pude estar más cerca para sostenerla, en que no cumplí con la promesa que hice.
¿Y si ella no volvía...?
No, no podía ser.
No quería pensar en la más mínima posibilidad.
— Oye... —Eva se sentó a mi derecha y pasó su brazo detrás de mi espalda para tocar mi hombro izquierdo y con su otra mano le dio un apretón a mi hombro derecho — Te diré algo, ¿si? —Habló bajo y con suavidad — La oficial Bowen es una de las personas más dulces y amables que he conocido, no es necesario que te lo diga porque es más que obvio que lo sabes, pero hay algo que no sé si sólo yo he notado.
No sabía de qué hablaba y honestamente tenía curiosidad a que quería llegar. Sin quitar las manos de mi cabeza levanté ésta para poder ver a Eva, ella mantenía su mirada en el suelo mientras frotaba de vez en cuando mi hombro para consolarme.
Honestamente creo que eso era lo que necesitaba. Necesitaba que alguien me ayudara a lidiar con esto, y ella lo estaba haciendo cuando también necesitaba de alguien.
Eva era muy fuerte.
Parpadeó lentamente para después decir sin dejar de ver el suelo:
— He notado que en la mirada tan suave y reconfortante que nos regala la oficial Bowen todos los días oculta otra cosa, algo que nunca sale a luz cuando está con... cualquiera, realmente. Cuando está sola, falta ese brillo de alegría y paz en su mirada, si la ves con mucho, pero con mucho detenimiento te darás cuenta de lo que te digo.
ESTÁS LEYENDO
Te amaré tras las rejas.
AksiVictoria Bowen es una joven oficial de policía que se mudó junto con su madre de Arizona a Dallas-Texas EE.UU después de encontrar mejor oportunidad de trabajo en ese lugar. Victoria tomará el reto necesario para cumplir una de sus más grandes metas...