-Capítulo 35-

106 9 0
                                    

Katherine Campbell.

Dos días.

Dos malditos días y sentía que no podía cruzar tranquilamente por una esquina sin sentirme inquieta, la idea de estar siempre alerta era aún más frustrante y fastidiosa para mí.

Odiaba sentirme así.

Detestaba tener que verme obligada a reprimir todo por culpa de una persona que no debería tener poder sobre mí.

Pero ese poder era aprovechado ante mi dibilidad, no sólo mía, la de mis amigas, y de la misma oficial que buscábamos proteger, sólo que tal vez debilidad no sería la desgracia de la oficial Bowen en estos momentos, sino la impotencia.

En cuanto debimos volver a nuestras celdas aquella tarde puse al día a Eva y a Arielle de la situación durante la cena, si debíamos ser discretas al hablar de esa forma cuando todo se encontraba en tranquilidad había que ser el triple de discretas ahora que teníamos a las gárgolas de Gina vigilándonos en cada maldito momento.

Les comenté que teníamos el apoyo de la oficial Bowen en todo esto, al menos me alegró saber que mi deseo por que la oficial Bowen mantuviera su trabajo a toda costa era compartido con ambas, ellas también la apreciaban mucho, no íbamos a permitir que ella se quedara sin empleo tan fácilmente.

A pesar de tener todo eso completamente claro, era decepcionante y algo desalentador darnos cuenta que al final no había alguna solución a fácil alcance o peor, a ninguna se le ocurría una idea, bueno, una idea competente tomando en cuenta que las ideas mezcladas entre Eva y Arielle eran absolutamente irreales y no nos llevaban a ninguna resolución efectiva.

Por su parte la oficial Bowen también parecía esforzarse silenciosamente en pensar en algo, y a pesar de que se mostraba tan firme ante su idea de que sin importar las dificultades iba a conservar su trabajo yo podía notar lo mucho que todo le preocupaba, se notaba en su caminar, en ciertos dejes de su hablar, en la forma en que miraba su alrededor.

Lo sabía, a mí tampoco me gustaba sentir que alguien me respiraba en la nuca recordándome indirectamente en todo momento que estábamos amenzadas.

Aunque Gina le había llamado a eso "advertencias".

Estaba segura que algún día me las pagaría todas, y aún más por lo que le hacía ahora a la oficial Bowen.

Gina era simplemente una cobra infeliz y detestable.

Ellos eran tan parecidos...

No, algo me decía que no, y por un momento milagroso Gina parecía una opción a considerar, en considerar a alguien para que te jodiera toda la vida.

Me sentía cansada, me sentía enojada, tan impotente, y todo iba empeorando de a poco.

Era el tiempo de descanso, me encontraba en el lado opuesto del centro principal, ahí se encontraba aquel escritorio elevado en donde sólo un policía podía hacer vigilancia, habían sus características mesas rayadas y de pintura gastada, me encontraba sentada en una de ellas junto a Arielle, Eva y Sonia, la mujer que estaba jugando cartas con nosotras justamente en el momento que sucedió aquel accidente en el sector, donde mataron a aquella reclusa en frente de todas.

Aquella vez que creí perder a la oficial Bowen.

Genial. Mi mente era capaz de hacer que todas las emociones negativas de mis recuerdos se juntaran y se intensificaran en mi interior para hacerme sentir aún más miserable de lo que me había estado sintiendo en esos días.

Dato peculiar: Nos encontrábamos jugando cartas en ese instante.

En ese momento no quería pensar, pero simplemente no podía dejar de hacerlo.

Te amaré tras las rejas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora