Victoria Bowen.
—Randy Colmillo.
—Lo lamento, oficial... Pero me temo que nunca he escuchado de una persona llamada así.
—Ya veo. De todas formas, muchas gracias. Tenga un agradable día.
—Igualmente, oficial.
Y con una última sonrisa me alejé de ahí.
Y un avez no conseguía nada.
En todo este tiempo no había conseguido absolutamente nada.
Innevitablemente mi comienzo de semana había llegado y yo asistí al trabajo, resultaba ser un día como cualquier otro, y después de un buen tiempo trabajando aquí me empezaba a desplazar con un poco más de facilidad, interrogaba con cuidado a quienes creía podrían darme respuesta sobre la persona que buscaba y que sabía no tenían algún tipo de conexión con Gina Miles, porque si bien el objetivo era que ella no me delatara a los altos mandos y que dejara en paz a Katherine y las demás también lo hacía para evitar que se involucrara más en cuestiones personales de cada una de nosotras, porque no necesité de mucho tiempo para entender que sin importar que irrelevante puede ser un dato sobre ti mismo Gina sería capaz de utilizarlo a su favor y directamente en tu contra.
No podía permitir que las cosas siguieran empeorando.
Al menos ese día era tranquilo, a penas era la segunda parte del día y ya faltaban aproximadamente una hora para el almuerzo. No había logrado encontrarme directamente con las chicas, era un hecho, manteníamos de parte mía como suyas una distancia prudente, a penas había logrado avistarlas.
Luego del incidente actuado entre Katherine y yo las demás en la prisión tenían entendido que la amigable oficial Bowen había perdido todo interés en comunicarse o ayudar a una persona que irrespeta las reglas de la prisión y reta constantemente a los demás policías, y así como a ella como con sus amigas, o sea, Arielle y Eva.
Si todas las demás mujeres del sector creían en eso Gina y su gente también lo harían.
Eso debía funcionar, tenía qué.
Pero mis esperanzas, existentes pero débiles, flaqueaban ante cualquier pequeño suceso que amenezara con arruinar todo nuestro plan, justo como ese momento en que avisté a varios metros de distancia a Eva acercarse al trote a una de las reclusas que, por lo que ella alguna vez me contó, compartía celda antes de ser transferida a ser la compañera de Katherine. Se le notaba agitada y con cierta desesperación plasmada en sus movimientos, pronto noté que ambas se alejaban entre si y la reclusa anterior me dirigía la mirada por largos segundos, por lo que sentí la necesidad de tomar la iniciativa de acercarme.
Ya casi dando vuelta para llegar al área opuesta de las mesas nos encontramos, ella me dio la espalda notándose algo confundida o dudosa de qué hacer en realidad, yo me acerqué hasta quedar detrás de ella, tal y como debíamos acercarnos a los reclusos para llamarles la atención o advertirles, y una vez así, ella decidió hablar.
—Eva me pidió que le dijera que, por favor, se dirigiera al cuarto de lavandería más pequeño, por la parte trasera y de la forma más discreta y sigilosa posible.
—¿Para qué exactamente? —Le respondí igual con discreción.
—Ella dice que Gina y dos mujeres más acaban de encontrar a Katherine cumpliendo con sus tareas del día de hoy. Que por favor, vaya a ayudarla.
Expandí mis ojos en sorpresa unos segundos antes de fruncir mis labios y levantar una de mis manos para dejar una gentil palmada sobre el hombro de la reclusa.
ESTÁS LEYENDO
Te amaré tras las rejas.
ActionVictoria Bowen es una joven oficial de policía que se mudó junto con su madre de Arizona a Dallas-Texas EE.UU después de encontrar mejor oportunidad de trabajo en ese lugar. Victoria tomará el reto necesario para cumplir una de sus más grandes metas...