-Capítulo 5-

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—¿Qué?

—Lo que dije. Siéntese, por favor.

—Pero...

—Quiere el trabajo, ¿sí o no?

Bueno, si lo ponía así...

Me sorprendió tanto lo seguro y lo claro que dijo que me iba a hacer la entrevista ahí mismo. Por un lado era bueno y por el otro evidentemente malo.

Bueno porque era mi momento, no sabía si en un caso hipotético ni siquiera vería mi currículum y tal vez nunca me llamarían, pero ahora, era totalmente asegurada para mi la entrevista, la oportunidad, por otra lado, era malo porque simplemente no. Estaba. Lista.

Además de que parecía que el jefe parecía capaz de doblarme como a una hoja de papel, una y otra vez hasta desaparecer, lo más probable era de que yo me viera como la presa perfecta en ese instante, y se supone que en ninguna estrevista de trabajo debe relucir tu desconfianza o duda. Comenzando por ahí yo ya estaba fallando.

Cabe destacar que cuando me desespero o me encuentro muy nerviosa tiendo a ser un total desastre. Hacía torpes y malos movimientos dejando caer de vez en cuando muchas cosas, y lo último que quería en ese momento era empujar por accidente el pisa papeles del jefe Bean.

—¿M-me disculpa?

Jalé a Emma por la manga de su camisa para que nos diéramos media vuelta y darle la espalda al escritorio del oficial Bean. Nos inclinamos un poco para que el supuesto campo privado imaginario que habíamos formado no fuera capaz de soltar una palabra de lo que susurrábamos.

—No lo lograré. ¿Qué demonios? —le musité a Emma con el ceño fruncido.

—Te dije que él hacía cosas no muy normales. —se excusó rodando los ojos como si fuera algo sumamente normal y obvio.

—¿Ahora qué hago? —pregunté a través de mis susurros entrando en pánico lentamente mientras la jalaba más hacia abajo, era tan alta la desgraciada.

—Responde sus preguntas. Pan comido.

—Uy, sí. Pan comido. ¡Pan comido vas a ser tú cuando lleguemos a casa!

—¿¡De qué poseo culpa yo de que él te dijera de imprevisto que te va a entrevistar!?

—Suficiente.

Volví a jalerle haciéndola girar para quedar de frente al escritorio donde el jefe permanecía inmóvil y en una muy paciente espera, a pesar de nuestro extraño comportamiento, seguía teniendo una tranquila mirada con los dedos de las manos entrelazandos sobre la superficie de madera. Emma y yo nos aferabamos a toda la seriedad y formalidad posible.

—Señor, yo...

—Si está nerviosa o insegura de hacerla ahora no se preocupe, no le haré ninguna pregunta difícil. —dijo casi de forma autoritaria, o tal vez era la gravedad y falta de emoción alguna en su voz.

Cuando ese señor hablaba era tan seguro de sus palabras, que podía jurar que cuando afirmaba o mandaba en algo no se retractaba ni por su cargo.

—Vamos —me alentó Emma en un murmullo. Me dio una palmadita en la espalda para motivarme al menos en acercarme al escritorio—. Bueno, esperaré afuera.

Antes de que Emma pudiera dar un paso para retirarse el jefe Bean habló.

—Oficial Phillips, me gustaría que se quedara para la entrevista. Estoy seguro que estando usted aquí-

—La oficial Bowen se sentirá más tranquila. —aseguró feliz y sacando pecho Emma, además de haber interrumpido al oficial Bean.

—Iba a decir para que respaldara personalmente el asunto de la carta de recomendación que mandó su tío. —vi como él inclinó la cabeza un poco hacia abajo para optar por una mirada más severa hacia Emma.

Te amaré tras las rejas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora