-Capítulo 23-

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Katherine Campbell.

Le sonreía a Eva como nunca había sonreído desde el día en que llegué a prisión.

Cuando le sonreí abiertamente ella también sonrió sin molestarse en que escaparan unas risas de entusiasmo y alegría de su boca.

Se sentía tan irreal aquel momento.

De repente mi sonrisa se borró por instinto al recordar que la oficial McKinnon y la policía que la acompañaba estaban viéndonos, volteé en su dirección, y para mi alivio ni McKinnon ni la otra oficial mostraban curiosidad o confusión ante nuestra reacción.

— Vaya que les cae bien la oficial Bowen. —Dijo con voz cansada McKinnon.

— Es la única que trata con ternura a las reclusas. —Dijo Arielle desde donde estaba acuclillada en el suelo mientras sonreía y elevaba sin preocupación los hombros.

— Tengo que aceptar que es sumamente amable. —Opinó la oficial al lado de McKinnon con una pequeña sonrisa.

— Oficial McKinnon, ¿cómo está la oficial Bowen? —Preguntó Eva con interés.

— No tengo porqué darles información del estado de la oficial Bowen, volvió y eso es lo único que diré. —Dijo con seriedad dándose la vuelta lista para irse. Se detuvo de repente y volteó — Más les vale no provocarle problemas o molestarla, están advertidas.

Y así se marchó con la otra policía caminando a su lado.

Una vez teniendo a esas dos lejos Eva se acercó a mí casi saltando y me abrazó por el cuello. Ella sabía que las muestras de afecto para mí eran poco tolerables y aunque me tensé al instante increíblemente respondí al abrazo como pude, porque realmente estaba feliz.

— Abrazo grupal. —Dijo Arielle mientras se nos unía.

Pasamos sólo tres segundos así.

— Ya, suficiente. —Dije.

— ¡No puedo creerlo, Kath! ¡Ha vuelto! En serio a vuelto. —Exclamó Eva con una enorme sonrisa separándose de mí junto con Arielle.

— Sí, al parecer sí.

— Eso quiere decir que está bien ahora, ¿no? —Agregó Arielle viéndonos a ambas.

— Supongo que sí. —Respondió con alegría y mucho positivismo Eva.

— No deberíamos de adelantarnos a los hechos, todavía no sabemos que fue lo que le sucedió exactamente. Tampoco vamos a preguntarle de inmediato sobre qué le pasó y cómo pasó, sólo la saludaremos y le preguntaremos sin mucho énfasis cómo está. —Expliqué con calma.

— Creo que nunca te había escuchado explicar tanto algo. —Dijo Arielle sonriendo.

— Muérete.

— ¿Y bien? ¿Qué estamos esperando? ¡Vamos!

Eva comenzó a caminar con pasó acelerado directo en la dirección en la que se fueron las dos policías.

— ¡Wow! Bájale a ese velocímetro, espera. —Le dije tomándola del cuello de la camisa desde atrás.

Hizo un puchero y me volvió a ver con el ceño fruncido.

— Pero ya quiero verla, no puedo esperar...

Yo también...

No me había dado cuenta lo mucho que nos importaba la oficial Bowen, sabíamos que era especial para nosotras, pero nunca imaginé tanto para que reaccionáramos así. Pero no me quejaba, si esto era felicidad iba a aceptarla tal y como era.

Te amaré tras las rejas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora