Victoria Bowen.
Inhalé y exhalé lentamente en frente de la puerta de mi hogar.
Introdujé mi llave en el cerrojo y la abrí. Lentamente la iba abriendo para no hacer ruido, asomé mi cabeza para ver si mi madre seguía despierta, pero teniendo en cuenta la hora en la que se duerme lo dudé mucho. Efectivamente la luz de la sala de estar estaba apagada, el lugar sólo era iluminado por la luz de la cocina que permanecía encendida hasta que yo llegara a casa.
Con pasos silenciosos me adentré y cerré la puerta. Algo extraño estaba pasando y si mi instinto lo decía no se estaba equivocando. Con intenciones de ir a la cocina para buscar un poco de agua comencé a dar pasos dubitativos, y es que esa sensación de que algo no era relativamente normal en ese momento me molestaba.
Llegué hasta quedar a un par de metros del sofá cuando escuché pasos que rezonaban en el pasillo que está del lado derecho de la cocina. Me quedé estática sin separar la vista del pasillo cuando me doy cuenta que es la señora Bowen saliendo de éste mientras de su boca se escapaba un bostezo y venía vestida con su típica bata color lila.
Toqué mi pecho y suspiré.
— ¡Por Dios, señora! Casi me mata de un susto. —Dije poniendo mis manos en mi cadera y mostrando un fingido enojo.
Su cara de sorpresa cambió rápidamente a fruncir el ceño y copiar mi postura.
— ¿¡Eh!? ¿Y qué soy yo? ¿Acaso soy fantasma para que te asustes? Por Dios, pero que te quede claro que cuando tengas muchos años más serás como yo. —Dijo señalándome con su dedo índice e inclinándose un poco hacia adelante.
Reí ligeramente negando con la cabeza. Ella se acercó a mí dejando de lado su molestia anterior y me sonrió con dulzura, siempre que la encontraba milagrosamente despierta me sonreía de esa manera a pesar del sueño en su fisonomía.
— ¿Por qué está despierta a esta hora, señora Bowen? —Pregunté con una sonrisa.
— Ni que fuera tan tarde, ¿quién dice que no tengo el derecho de desvelarme como ustedes los jóvenes? —Dijo con orgullo.
— Mamá, tengo veintitrés, ya casi no puedo darme el placer del desvelo. —Dije con cansancio y desilusión.
— Eres como tu padre. —Dijo cerrando los ojos y negando suavemente con la cabeza. Probablemente recordando — Cuando me iba a quedar a su casa siempre proponía ver una película, cuando ésta terminaba hablaba sin parar llegando casi hasta las tres de la madrugada platicando. Yo estaba tan acostumbrada a dormir temprano que hacía lo imposible por no dormirme y ponerle atención.
Su sonrisa era de felicidad y nostalgia. A mamá siempre le gustó recordar, supongo que llenaba en ella ese vacío que quedó permanentemente en su ser, ese espacio vacío que era la total presencia de papá. De hecho, mis padres eran el mayor ejemplo que tenía como un matrimonio estable y bueno, claramente no era perfecto pero agradecía que hubiera sido tal y como fue.
— Recuerdo que cuando tenía como dieciséis me hacía la campaña de quedarse conmigo leyendo un libro o viendo alguna serie en la televisión hasta la madrugada. —Sonreí al recordar.
— ¡Uy! No sé cuantas veces los descubrí desvelándose. —Mencionó frunciendo divertidamente el ceño al recordar. Después se dibujó en ella una fisonomía tierna y enternecida — Después de reprenderte y mandarte a la cama tu padre se disculpaba conmigo y yo fingía estar muy molesta con él, me pedía perdón hasta que me daba sueño de nuevo y admitía entre risas que no estaba realmente molesta con él para finalmente dormir.
Después de dejar de tocarse una mejilla con su mano derecha enternecida por el recuerdo buscó mis ojos para preguntar:
— Y por cierto, ¿cómo te fue hoy, cariño?
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Te amaré tras las rejas.
ActionVictoria Bowen es una joven oficial de policía que se mudó junto con su madre de Arizona a Dallas-Texas EE.UU después de encontrar mejor oportunidad de trabajo en ese lugar. Victoria tomará el reto necesario para cumplir una de sus más grandes metas...