-Capítulo 7-

148 12 12
                                    

Emma se quedó un momento sin decir nada viendo a un punto indefinido hasta que volvió a verme con una fisionomía curiosa y a la vez con un letrero en el rostro que decía: "¿A dónde quieres llegar con esa pregunta?"

—¿Por qué preguntas?

—No lo sé —«Piensa, piensa»— , supongo que me da curiosidad cómo tu amigo logró tener el trabajo tan fácilmente.

—Seguro no fue fácil —afirmó Emma con desconfianza—. ¿Estás segura que no es por otra cosa?

—No, para nada. ¿Por qué lo crees? —sonreí grandemente mostrado los dientes con nerviosismo.

—Tori, cariño —empezó Emma dejando su mirada desconfiada girando un poco su cuerpo para verme a los ojos directamente—, tú y yo sabemos que eres un libro abierto, así que no tengas pena y dime qué te llama la atención de la prisión de Dallas.

Su tono, podía jurar, sonaba hasta preocupado y yo no quería que se empezara a crear ideas equivocadas.

—¡No lo digas como si fuera algo malo! ¡Todo está bien! Sí, me llama la atención, pero porque sabes que me gustan ese tipo de cosas, ¡pero no es para que te preocupes! —insistí.

—Está bien —sonrió viéndome con cariño—. Confió en ti. Ahora vamos, ya casi termina el descanso y hay que terminar ese papeleo.

—Maldigo a las personas que creen que somos secretarias, ¡somos policías, por Dios! —fingí exclamar con fuerza como si fuera algún sacerdote antiguo que habla antes de hacer un sacrificio humano.

Emma rió para después abrazarme de lado pasando un brazo por mis hombros cálidamente.

—Vamos.

—Vamos. —le seguí.

—¿Me regalas un cupcake?

Nope.

. . .

Emma me mandaba varias veces salir de la oficina para cumplir con mandados como entregar papeles a determinadas personas, sacarle copia a algunos documentos y tenebrosas veces pedirle la firma o sello al jefe Bean para ciertos permisos.

Me encontraba ahora frente a la copiadora que estaba en el pasillo, esperaba por las copias de al menos veintisiete hojas mientras silbaba algo bajo para no molestar a los demás.

—¡No tengo tiempo, Marcus! Mándalo a Mery para que ella los firme, yo no puedo ahora.

Escuché la voz de una mujer que exclamaba con... bastante volumen, se quejaba y le gritaba a un tal Marcus. Le resté importancia, al menos hasta donde pude.

—¡Ah! —algo me golpeó haciéndome perder el equilibrio y sostenerme de la foto copiadora para no caer de lleno al suelo.

—¡Niña! ¡Quítate del camino y busca a tu tutor! —me exigió la misma voz, un tanto irritada.

Era una mujer vestida de saco, un saco morado que combinaba con su falda de secretaria del mismo color. Se miraba muy elegante e importante y aceptaba que me había dado un poco de miedo cuando se ajustó sus gafas de gato y me miró con una mezcla de enojo y asombro.

—Policía. —mencionó aparentemente para ella misma.

—¿Puedo ayudarla en algo? —pregunté enderezándome y volviendo a mi postura norma mientras me acomodaba la manga del brazo derecho, el mismo brazo que se había aferrado al aparato a mi lado para no caer. Ella seguía ahí arreglándose de igual manera su traje.

Te amaré tras las rejas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora