Victoria Bowen.
Sus ojos no eran lanzas pintadas de verde como aquella vez en su celda.
No era aquella mirada aburrida y conformista que la mayoría del tiempo portaba.
Era tan diferente.
Su ojos y postura mostraban determinación y sus palabras no bacilaban.
Muy diferente a mí.
Las manos comenzaron a temblarme ligeramente y no podía desviar mi mirada de la suya. Quería mantenerme firme y demostrar que sus preguntas eran superficiales y frívolas para mí, pero no podía, y más cuando me recalcó lo de haberla ignorado a ella y a Eva hace unas horas.
No quería recordar lo que hice.
Ver la bonita sonrisa de Eva mientras se acercaba y saber que no podía corresponder su expresión me hizo sentir realmente mal. A Eva a pesar de que yo fuera tres años mayor que ella la miraba como mucho menor que yo, al punto de procurar tanto su felicidad y que su sonrisa no fuera afectada por nada ni nadie como si fuera una niña que no merece ser afectada de ninguna manera, lamentablemente fui yo la causante de desaparecer esa sonrisa hace poco.
Ese mismo día la señorita Campbell me había llamado, alzó la voz para llamarme y no hice más que ignorarlas, evadirlas. Me importaba mucho lo que pensarían de mí luego de eso, pero debía alejar esa molestia de mi cabeza y vivir con la culpabilidad por su bien.
Yo me planteé no dañar a nadie más, no preocupar a nadie más.
Mantenerme firme por mi misma.
Pero firme no podía ser en ese momento teniendo a la señorita Campbell viéndome insistentemente y que de alguna manera sus palabras estuvieran afectándome más de lo que me gustaría.
Dejó de estar cruzada de brazos y dio unos pasos en mi dirección.
Retrocedí ligeramente por instinto.
— Si cree que le haré daño puede ir sacando su gas pimienta, no me importa de hecho. Pero dañarla es lo último que pasaría por mi cabeza teniendo cordura.
Sólo la miré directamente a los ojos, con el ceño fruncido por la inconformidad, sentía una necesidad por salir de ahí, de que se callara y no siguiera hablando.
— ¿No va a responderme?
— No sé de que está hablando.
Ella desvío la mirada y se alejó para tomar una bandeja y ponerla encima de otra sucesivamente ordenándolas en sus respectivos lugares.
— Cuando leí la nota que dejó en el libro que me obsequió mi manera de ver algunas cosas cambió, ¿sabe? —Hizo una pausa, tomó otra bandeja y volvió a hablar — Es impresionante lo que pueden hacer las palabras, y las palabras que usted escribió para mí me hicieron cambiar tanto de perspectiva que me hace preguntarme ahora: ¿por qué?
Yo fruncí el ceño cuando ella volvió a verme.
— Y vuelvo a mi pregunta anterior: ¿Por qué, oficial? Usted me dijo que aunque yo no viera el amanecer debía tener la certeza de que el sol siempre va a salir con cada día. ¿Por qué siento que el sol no ha salido?
Se alejó de donde estaba y caminó directo hacia mí llegando a aproximadamente dos metros de distancia de donde yo estaba parada, sin moverme.
— ¿Por qué el sol no ha salido? —Preguntó con tranquilidad pero con cierto deje de decaimiento.
— Señorita Campbell, ¿podría dejar de intentar de entablar una plática y–
— ¿Y usted podría dejar de mentirme?
ESTÁS LEYENDO
Te amaré tras las rejas.
AcciónVictoria Bowen es una joven oficial de policía que se mudó junto con su madre de Arizona a Dallas-Texas EE.UU después de encontrar mejor oportunidad de trabajo en ese lugar. Victoria tomará el reto necesario para cumplir una de sus más grandes metas...