-Capítulo 10-

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Ya estando lista para ir al trabajo, ya con mi camisa de cuello y mangas largas impecable y con mi pantalón bien planchado ya estaba caminando para ir al trabajo no sin antes despedirme de mi bella madre. Sí, iba caminando. No tenía un auto ya que el que teníamos en Arizona lo vendimos para ayudarnos en el pago de la casa aquí en Dallas, y no me arrepiento. Caminar es bueno.

Cuando ahorre un poco más podría comprarnos un auto, pero por el momento a caminar, y era bueno, ya que tenía que bajar a pie ese cereal con malvaviscos de fresa que tanto me gustaba, realmente tenía que volver al gimnasio.

Mientras caminaba me di cuenta de lo calmado que llegaba a ser ese vecindario, y eso en cierta parte lo hacía un tanto escalofriante, pero el sol le daba un toque armonioso el cual agradecía. Estaba haciendo un poco de frío, nada que no pidiera manejar. Me ladró un perro en una casa por la que pasé y una señora a la cual la seguían dos gatos me saludó y le devolví el saludo. Llevaba buen tiempo y lo sabía, pero quería consultar mi reloj una vez más, hasta que casi me caigo por el susto que me había dado el sonido estruendoso de un claxon.

— ¡Oye!, saliste temprano.

— ¿Qué demo...? ¿Emma? —Era mi amiga mostrando una sonrisa desde su bella camioneta blanca, La Avalancha.

— ¡Anda, súbete! —Dijo felizmente poniendo con alegría las dos manos en el impecable volante color negro.

— ¿Estás segura? —Pregunté con poco ánimo.

— ¿Qué comiste hoy? ¡Claro que estoy segura!, esta belleza te ama. —Aseguró acariciando el volante.

No dije nada más y me aproximé al asiento del acompañante. Emma también estaba actuando extraño como mamá. ¿Habrá sido algún nuevo plan entre ellas? ¿Qué estás planeando santa patrona Emma?

Después de unos minutos de silencio Emma preguntó sin quitar la mirada del camino mientras sonreía: — Fui a buscarte y me sorprendió escuchar que ya te habías ido, ¿por qué te levantaste tan temprano?

Aamm... —Ni yo misma sabía — No lo sé.

— Oye, estás muy extraña. —Se quejó revolviendo mi cabello despeinándolo.

— Lo dice la persona que cuidó de una gripe a su más grande enemigo. —Contraataqué.

— ¿¡Ah!?, ¿¡cómo sabes eso!? —Antes de preguntar totalmente sorprendida había soltado un jadeo de sorpresa y desconcierto.

— Tengo mis contactos. —Sonreí pícaramente viéndola, al ver que no se quejó dejé claro que yo gané esta contienda. Un punto para Victoria.

— Oye, Tori. —Ya era obvio lo que venía — . Perdóname por haberme exasperado ayer y a ver dicho... todo eso.

— Está bien.

— ¿Segura? —Su voz sonaba dubitativa.

— Sí.

No tenía muchas ganas de darle respuestas largas. No es como que debería de responder con un "Claro, por supuesto. Ni lo dudes, un rotundo y gran sí", no, claro que no, pero su disculpa me hizo conectar cables en mi cabeza que no tienen mucho que ver los unos con los otros.

La pelea había comenzado porque ellas se negaban a entender que yo no quería trabajar en la prisión sólo porque quería demostrar mi valía, no comprendían que buscaba justicia. Ok, eso ya estaba claro. Pero después me puse a pensar que si quería trabajar ahí era para encontrar a los secuestradores y la asesina de Caroline, pero me dije a mi misma: A ver, Victoria. ¿Y cómo demonios vas a hacer eso?

Te amaré tras las rejas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora