Victoria Bowen.
No podía moverme...
Aún era muy impactante, tanto que me vi obligada a permanecer apoyada de espaldas a la pared tal y como ella me había dejado.
Así que mis sospechas eran ciertas...
Coloqué mi mano derecha en mi frente haciendo para atrás algunos mechones de cabello, ahora con todo confirmado no sabía qué hacer, y eso era un problema, y a la vez era muy frustrante...
«¿En qué clase de situación te has metido, Victoria?»
Pasé mis manos por mi rostro aún tratando de volver a la normalidad, porque en ese momento me miraba de cualquier manera, menos normal o natural. Yo había pensado en la posibilidad, eso no podía negarlo, pero parecía tan irreal, tan ilógico a suceder, bueno, eso me quedaba como enseñanza para no subestimar las probabilidades.
Suspiré y caí en cuenta que debía volver, no iba a pasarme todo el santo día apoyada en aquella pared repitiendo una y otra vez cada una de las acciones de ella y cada una de sus palabras.
Sus... palabras.
Su expresión relució tantas emociones y sentimientos, y si era sincera conmigo misma no aparté mi mirada de la suya para demostrar mi autoridad en esa situación, no, era porque no podía dejar de admirar ese dolor en sus ojos, esa frustración, una impotencia que no logré comprender, eran tan intensos, tan reales...
Sentí de repente un leve nudo en mi garganta al sobre pensarlo, su dolida voz y duro tono de ésta resonaban cruelmente en mi cabeza, tanto, que no supe en qué momento refugié mi rostro entre mis manos y comenzaba a llorar silenciosamente a la vez que sentía calientes lágrimas correr por mis mejillas mojando mis manos.
Me sentía frustrada, me sentía en un callejón sin salida sin saber qué hacer ante tal situación. Tal vez exageraba y me hacía creer a mi misma que lo que sucedía ahora en mi trabajo, y de hecho también en mi vida era algo terriblemente difícil de resolver, pero si lo pensaba bien sí era difícil, y lo peor era que estaba sola, no tenía quien me aconsejara, alguien que me ayudara a tomar una decisión, teniendo en cuenta que acusar a Katherine a autoridades mayores no era una opción.
Lo que hacía ella no estaba bien, lo que sentía... tampoco, pero no era capaz de delatar sus acciones a mi jefe, o a la oficial McKinnon, no, no podía, no tenía el corazón para hacerlo, y cualquier otra policía que me viera, o cualquier persona en general realmente, pensarían que era una oficial mediocre y débil.
Sí, lloraba, pero yo sentía que ante mi frustración y estrés había algo más que no me dejaba tranquila, algo que me culpaba, me recriminaba al punto de hacerme sentir la peor persona en ese lugar, algo que hacía que mi pecho se hundiera y el dolor y la pesadez en mi garganta me hicieran llorar más.
<<—Amarla, amarla y saber que por estar aquí, presa, no puedo pedirle, rogarle que me ame también...>>
Katherine...
¿No tendrías la dignidad suficiente para rogarme que te ame? ¿Tan enamorada estás...?
No, eso no era amor, no sabía lo que era y tampoco quería saberlo, no sabía lo que maquinaba, lo que pensaba Katherine en su cabeza, pero aún así, completamente ignorante y en ese preciso momento no podía dejar de recordar sus ojos, sus ojos tan verdes como un brillante y saludable campo sumidos entre tanta impotencia y dolor, mirándome directamente al alma, siendo su mirada lanzas... manchadas con su propio lamento.
<<—...Pero aunque ese no fuera el caso, aunque usted nunca llegara a verme como yo la veo a usted, jamás, jamás dejaría de adorarla.>>
ESTÁS LEYENDO
Te amaré tras las rejas.
AçãoVictoria Bowen es una joven oficial de policía que se mudó junto con su madre de Arizona a Dallas-Texas EE.UU después de encontrar mejor oportunidad de trabajo en ese lugar. Victoria tomará el reto necesario para cumplir una de sus más grandes metas...