-Capítulo 8-

136 12 39
                                    

—¿Collin?

Eeh... Sí.

¡Por supuesto! ¡Cómo se me pudo olvidar! Sabía que ese nombre lo había escuchado en otra parte, y ahora saber que el dueño de ese nombre estaba en frente mío era extrañamente alegre, y la pregunta era: ¿por qué?

Éramos totalmente extraños, yo nunca lo había visto y él nunca me había visto a mí, y eso explicaba la expresión confusa y la sonrisa amable que tenía en el rostro.

—¡Oh! ¡Perdone! Bueno, perdón por gritar en primer lugar, aunque hace poco estaba gritando, bueno, ¿sabe qué? Guardaré silencio.

Bajé la cabeza derrotada por mi patética acción y más patética disculpa. Fue algo inesperado para mí escuchar unas risas por parte del oficial con el que hablaba.

—¡Descuide! —le restó importancia alegremente mostrando una risueña sonrisa—, el mundo necesita más personas como usted, oficial Bowen.

Por primera vez no sentí vergüenza ante una acción desastrosa y muy poco formal de mi parte. Emma, Caroline, mamá y papá conocían completamente el torbellino de movimientos y palabras torpes que yo llegaba a resultar, en frente de ellos nunca me sentí apenada, pero si arrepentida de hacer un "Vicky", como los llamaba Emma, y honestamente, era inevitable no hacer un Vicky con las personas que me rodeaban, porque en sí, yo soy Victoria, yo era un Vicky.

La diferencia era que con Collin era hasta divertido recordar lo que recientemente había dicho y hecho, no tenía que pasar una semana para que la vergüenza pasara y pudiera reírme yo misma de mis actos.

El oficial Bunce dejó de reír y me miró con una sonrisa satisfactoria a la vista esperando que yo dijera algo. Levanté la cabeza para poder verlo a los ojos, ya que era aproximadamente dos cabezas más alto que yo y pude encontrar la mirada alegre que esperaba con paciencia a mi persona para que comenzara a hablar, otra vez.

—Disculpe otra vez por lo del choque, oficial Bunce. —me diculpé esta vez sin hacer el ridículo.

—Descuide, oficial, como dije; el mundo necesita más personas como usted, con su energía, y más en esta comisaría, porque aquí entre nos —se acercó un poco a mí y puso su mano al lado de su boca para hablar en voz baja—, en este lugar no muchos acostumbran sonreír.

Se alejó para regalarme una vez más una brillante sonrisa. Al parecer me había transmitido su alegría en cuando llegó a mi cabeza una idea relacionada a lo que él había asegurado.

—¿Quiere decir que yo podría traerle sonrisas a la comisaría? —pregunté como una pequeña niña preguntándole a su papá si es su princesita.

—Claro, siempre y cuando sea usted misma.

En cierto modo tenía razón. Tantas disculpas demuestran en cierto modo que además de arreglar mis Vickys demuestro que me gustaría bajarle un poco a la productividad de éstos, o tal vez no exactamente a la productividad, tal vez en si al desastre que llego a ser.

—Lo intentaré... —dije con un poco de pena, sin dejar de sonreír— Oficial Bunce...

—Llámame Collin, ¿si? —me pidió poniendo rápidamente una mano en su pecho refiriéndose a él.

Llamarle exactamente por su nombre se me hacía al inicio algo tal vez no apto, ya que se miraba más adulto que yo, quizás unos ocho o nueve años mayor que yo, pero haciendo uso de mis recuerdos, Emma había mencionado que era Collin fue un buen amigo de ella y Nathan, así que, seguramente era él una persona de confianza, me daba cuenta fácilmente mientras hablaba con él. Se veía como una gran persona.

Te amaré tras las rejas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora