«EL PODER ES UNA SOMBRA EN LA PARED Y UNA NIÑA PUEDE PROYECTAR UNA SOMBRA MUY GRANDE»
La vida de Lyanna Valjean no podría ir mejor. Los últimos meses han sido los mejores de su vida con su maravilloso novio y su familia, ocultando también un enorme...
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Cuando Lyanna abrió la puerta de su habitación se encontró con Neón quien estaba durmiendo en el suelo.
—¿Neón? ¿Qué haces aquí?—Lyanna preguntó.
—¿Como te sientes?—él se despertó, parándose rápidamente, aún algo somnoliento, la vio alarmado—. ¿Te sientes mareada? ¿Quieres vomitar?
—¿Que? Uh...no ahora—ella sonrió nerviosa—. ¿Que hacías durmiendo en el suelo?
—Ahora que estás con niño, tengo que cuidarlos a ambos—él respondió como si fuera lo más obvio—. ¿Le dijiste a tu chico espacial?
Lyanna negó con la cabeza.
—Prinero quiero decirle a mi padre—ambos comenzaron a caminar, la gente al verlos evitaba mirarlos directamente, Lyanna pudo ver la mueca en la cara de Neón—. No eres feliz aquí ¿cierto?
Su amigo suspiró.
—Solo estoy aquí por qué tú lo estás, prometi que yo iría a donde tú vayas—él respondió—. No importa si es en este lugar en el que nos odian.
Lyanna asintió, sintiéndose culpable, quedarse aquí, retenía a Neon de ser feliz, Neón odiaba a los Skaikru, no solo por el hecho que fueran invasores, si no por todo el daño que le habían hecho a Lyanna, la menospreciaban. Ambos llegaron a la habitación donde se reunían los lideres de Skaikru, el canciller, Abby, Jean Valjean y ahora también Pike al parecer. Sin embargo dos guardias les impidieron el paso.
—¿Disculpen, está aquí Jean Valjean?—ella preguntó educadamente.
El guardia los miró desdeñosamente.
—Ustedes no están permitidos a entrar aquí.
—¿A que te refieres con nosotros?—Lyanna preguntó, aunque sabía muy bien a qué se refería él.
—Ustedes terrestres causaron un disturbio en el homenaje, ni siquiera se les debería permitir poner un pie aquí—él otro siseó.
Lyanna pudo sentir como la respiración de Neón se elevaba, le estaba costando todo su ser no agarrar la espada y matarlos a ambos.
—Soy la hija de Valjean—Lyanna trató de disuadirlo—. Por favor, solo quiero hablar con mi padre, eso es todo, no queremos causar problemas.
—Por supuesto que no—el que primero hablo dijo—. Eres la hija de esa prostituta que murió como se llamaba? ¡Ah! ¡Crystal LeBlanc? ¿Tú la asesinaste no?
