43. Reencuentro

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Cuando Jeon estacionó, se sorprendió de no ver a los usuales lacayos de su padre ir enseguida en su búsqueda. Dejó al padre de Jimin en su auto y entró de lleno en la mansión. No iba a decirle todavía a su padre que tenía a Park JinEul en el baúl de su automóvil, pues quería saber si todavía podría arreglar la situación de su Omega. No quería que su pareja supiera que seguía vivo y que era un Delta. Sería demasiado para él y para todo el esfuerzo que había hecho para seguir adelante. Tenía miedo que las viejas etapas de su vida le pasaran factura justo ahora.
  Pero nadie le abrió la puerta de la sala por lo que lo hizo él sólo, cosa que le pareció aún más raro, ¿Dónde estaban todos los sirvientes que trabajaban allí?
Subió rápidamente, escalón por escalón las enormes escaleras de mármol. Se suponía que Hoseok estaría esperándole allí, como habían acordado, pero no encontraba señales de su presencia por ningún lado. Sacó su móvil y trató de llamarle.

__La línea a la cual usted desea llamar no se encuentra disponible. Por favor, llame más-

No había señales de Hoseok, eso era un hecho. Siguió con el plan, por más que su primo no estuviera para cumplir su parte.
Las escaleras hasta el último piso se hicieron eternas y más al no tener la hilarante compañía de los gorilas de siempre, a los cuales Jungkook ya no podía ir jodiéndoles y molestándoles .
Eso le preocupaba. Su lobo estaba con las orejas paradas y cada vez más tenso.
Pero sus ojos cambiaron a un trágico y profundo color azul, cuando sintió el aroma a Jazmín.

Su Omega.

El Alfa se revolcó en su calidez y aulló como nunca a su pareja destinada que le contestó con igual de fuerzas. Hacía mucho que no se sentían y Jungkook no podía controlarlo.

¿Qué hacía Jimin allí de todos modos?

Se asustó.
Conocía a su padre y conocía a su pareja. Ambos no se llevarían bien y Jeon sabía por qué lo estaba buscando. Hijo del deudor moroso más grande ¡Joder! La maldita misión de Jungkook era buscarle y llevarle allí mismo, donde estaba ahora. Y era imposible que hiciera eso, entregar a su pareja destinada a la mafia.

Su mafia.

Comenzó a correr siguiendo el olor, aquel olor que tanto amaba. Que tanto gritaba por ser impregnado en su cuerpo y viceversa. Su lobo estaba desgarrándole la piel a jirones por intentar salir, pero Jungkook no debía dejarse ganar por el instinto.
Cuando llegó al pasillo, estando a unos cinco metros de la puerta del despacho de su padre el aroma le golpeó de repente, más intenso que nunca; tanto, que Jungkook destrastabilló y se fue de bruces al suelo colocando primero sus manos.
Comenzó a jadear, emanando calor. No podía respirar, y en sus pulmones no entraba la cantidad suficiente de aire.
Inspirar, exhalar; como si fuera tan fácil.

Apretó sus ojos y la mandíbula, tratando de calmar todo su interior y todo su revoltijo de sensaciones. Pudo sentir un estruendo del otro lado de la puerta, como un vidrio rompiéndose y supo que era su pareja respondiendo.
Sabía y podía sentir que estaba igual que él, histérico e incluso peor, pues había sido él quien había llevado su mordida por un tiempo. Estaba casi seguro que estaría tratando de hablarle en su mente pero ya no podían, ya no había marca (por el bien de Jimin, no debían saber nada el uno del otro).

Jungkook se paró como pudo, apoyando su mano en su rodilla y retomando su postura.

¡Omega!¡Omega!¡Omega!

Su lobo hacía que su lazo doliera por lo fuerte que tiraba, tanto, que el castaño llevó su mano izquierda a su boca, clavándose los colmillos que estaban un poco crecidos.
Su lobo aulló de dolor y bajó las orejas, sentándose y llorando.
Al parecer el Omega entendió el mensaje también y paró de aullar.

A los golpes [Kookmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora