Capítulo 22

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Qué cómodo... cómo me gustaría estar así para siempre.

Me desperté lentamente, ví que estaba en una cama blanca, miré por todos lados media dormida y era una habitación diferente. Intenté levantarme pero me agarró el dolor de la parte íntima y estuve quieta para que se vaya el dolor y funcionó. Fruncí el ceño confundida porque me acuerdo que estuve en la tienda con Derek y no sé cómo llegué aquí.

Ahora lo recuerdo, cuándo me desmayé? Pero cómo pasó esto?

Me levanté nerviosa y ví que estaba completamente desnuda, me aferré con la sábana para tapar mi pecho. Tragué saliva al recordar lo que pasó en esa tienda. Fue real... No puedo creer que lo hicimos. Y tampoco puedo creer que me había desmayado. Espera, podría haberme golpeado en la nuca para dejarme inconsciente. Si... eso puede ser.

Abrí el ropero para buscar algo de ropa y tenía olor a Derek y volví a mirar alrededor de mí y ahora caigo cuenta que estaba en la habitación de Derek. Agarré uno de color azul oscuro y resultó ser una camisa. Sonreí satisfecha y me la puse porque no tenía otra opción y no encontré mi ropa.

Iba a abrir otra puerta que parecía ser el baño pero se abrió por dentro y salió Derek vestido con el pelo mojado. Me miró desde arriba hasta abajo y volvió a mirarme a los ojos, rompí el silencio porque me estaba matando la curiosidad.

- ¿Por qué estamos aquí? Recuerdo que estabámos en la tienda - pregunté seria.

- Tuve que cargarte porque estabas tan cansada que te quedaste dormida - se encogió de hombros como si no fuera la gran cosa.

- ¿Qué?

- ¿No me oíste? Pero eso es raro porque antes siempre tomabas la iniciativa.

- ¿Eso es importante ahora? ¡Me dolió! ¡Y todavía me duele! ¡Te pasaste de la raya! - grité indiginada.

- Lo siento, parecía que te estaba gustando mucho - soltó una risa.

- La primera rounda sí me gustaba pero después de esta, no porque fuistes muy rudo y mi cuerpo no está acostumbrado. ¡Hace años que no lo hacía!

- ¿Años? por eso... - recordó algo pero no se atrevía a decirmelo.

- ¿Por eso qué? - me enojé aún más.

- Estaba algo apretada y no le dí mucha importancia pero no creí que es por esto - mis mejillas se tornaron de color rojo porque lo dice como si nada.

- Eres un imbécil. ¿Por qué no lo haces con las otras? Estoy segura que abrirán las piernas con mucho gusto - escupí con rabia.

Me alejé de él con gesto de enojo porque no me gustó lo que hizo y problabamente fue más como un castigo por irme sin su permiso.

- ¿Dónde está mi ropa? - le pregunté sin mirarlo porque si lo hago, me lanzaría contra él para darle puñetazos.

Esta vez tendré que ser más rápido y tomar un tren y salir de aquí. No quiero saber nada de nadie, él me analizó y luego negó con la cabeza porque seguro se dió cuenta de mis intenciones.

- Si te la doy, te irías de aquí otra vez.

- ¿Por qué te importa? Sólo dame mi ropa - insistí enojada.

En un parpadeo, me levantó y me puso en su hombro, puse mis manos en su espalda, intenté darle una patada en su costado pero cuando lo hice, me agarró el dolor otra vez y él veo eso como una oportunidad y la agarró justo a tiempo. Solté un quejido de dolor, me rendí porque con él, es imposible y no tenía ganas de luchar.

¿Otra vez? ¿Sirvienta?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora