Capítulo 20 [Especial Jim Moriarty]

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I'm not afraid!
I'm not afraid!
Nothing touches me
I'm walking razor blade

Face the face of fear,
face the face of death
Laugh when others tear,
hate when others laugh

"In my world" (Anthrax)


Jim siempre fue un chico brillante, un pequeño que maravillaba por ser comprensivo y paciente, el típico niño modelo con buenos comportamientos. Pero si la gente se maravillaba no era precisamente por su educación, sino por el simple hecho de ser así a pesar de vivir una lamentable situación familiar.

Su familia ya estaba quebrada desde antes que naciera, su madre apenas se ocupaba de él cuando era pequeño, ella apenas permanecía sobria unas horas al día. Su padre, aquel tipo que iba a verlo algunos días al mes, se lo llevaba de paseo de la mano mientras le enseñaba, a sus apenas siete años, lo fácil que era conseguir todo lo que quisiera con solo tener un arma en la mano.

Cuando cumplió los doce años, Jim ya tenía ciertas experiencias como fumar hierba, tener sexo, beber alcohol y saber cómo lucía una persona muerta. Encontrar el cadáver de su madre marcó algo en él que hizo que aquella empatía con la que maravillaba antes, se perdiera por completo. A pesar de que ella nunca le sirvió un plato de comida o le ayudó con las tareas de la escuela, la consideraba una buena mujer, aunque sea demasiado débil para dejar a su padre a pesar de los maltratos.

Jim Moriarty entonces conoció lo que era matar a alguien por primera vez y sentir lo placentero que resultaba ser. Placentero era la palabra adecuada para él, pues tal y como su padre le decía, era fácil conseguir lo que querías con un arma en mano. Esa noche, lo que quería era venganza por la muerte de su madre y lo consiguió, así, con un disparo al pecho de su padre y la sensación fue grandiosa.

Él nunca fue descubierto, ni siquiera fue un sospechoso. Todos creyeron que un simple ajuste de cuentas había sido el responsable de dejarlo sin padre. Jim nunca lloró en los funerales, ni puso resistencia cuando fue llevado a la casa del hermano de su madre, quien intentó criarlo junto a su esposa, una pareja condenados a no poder tener hijos.

Luego de unos pocos años, Jim entendía perfectamente que era diferente al resto del mundo, que su mente no era nada lenta como la de todos a su alrededor y que efectivamente podía tener lo que quisiera... aunque no precisamente con un arma. Fue fácil para él aprender a manipular a las personas cuando estaba dispuesto a conseguir lo que quería, y eso fue suficiente para él por un tiempo con tal de salir a fumar, beber y perderse en ese submundo punk en la que amó hundirse en excesos.

Pero no todo podría ser así de fácil siempre, eso lo tenía claro, por eso cuando sus tíos empezaron a exigirle a tomar una carrera y enderezar sus pasos, Jim tuvo una revelación que se volvió rápidamente en su obsesión más grande. Una noche, cuando cargaba el cuerpo de una joven de cabellos azules hacia la camioneta robada por sus amigos, una idea surgió en su cabeza iluminando sus pensamientos como un rayo de luz en la oscuridad:

Él amaba las drogas, mucho y siempre supo que su uso no siempre podría ser recreativo, también eran útiles para robar, chantajear o asesinar, pero ¿y si pensaba más allá?...

Jim sonrió ampliamente divisando todas las probabilidades que podría tener si tan solo tuviera la droga perfecta en sus manos. Una indetectable, fácil de administrar y letal si así lo quería. Podría conseguir lo que sea, absolutamente todo y ¿por qué no? Meterse en la manipulación de grandes empresas, gobiernos o incluso países. El dinero y las drogas eran las herramientas perfectas para llevar al límite lo que su capacidad mental podía ofrecer. Sí, Jim siempre pensó en grande, pues para él, hasta el hombre más poderoso del mundo era un simple imbécil a quien podría hacerle lamer la suela de sus botas si quisiera.

Heartbanging [Punklock]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora