Capítulo III: Rizos de Oro y un Oso

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"A mitad del camino de la vida, en un bosque oscuro me encontraba, porque mi ruta había extraviado."

—Infierno de Dante, Canto I: 1-3.

[Noruega. 1879]

En una noche de luna llena, un carruaje conducido por un solo caballo cruzaba rápido un espeso bosque

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En una noche de luna llena, un carruaje conducido por un solo caballo cruzaba rápido un espeso bosque. La nieve caía y las nubes bloqueaban la luz de la luna, por lo que el camino era muy oscuro. El carruaje era manejado por una mujer que aparentaba estar por los 30 años. De cabello corto y rubio, ojos azules, piel clara y llevaba un traje de invierno de color rojo, con pantalones blancos y botas rojas.

Cada segundo la mujer agitaba las riendas para acelerar todavía más. Pero el camino era tan oscuro que las ruedas no dejaban de chocar con algunas piedras o ramas grandes, que la mujer no alcanzaba a ver, haciendo que el carruaje durante todo el camino se mueva de forma brusca en algunas ocasiones. Pero eso a la mujer le importaba muy poco; ni siquiera le importaba si se llegaba a estrellar con un árbol o una roca a causa de la poca visibilidad del camino, porque su vida dependía de ese viaje.

—Tía Elvira, ¿qué pasa?

De pronto se oyó una dulce voz dentro del carruaje; era la sobrina de la mujer, y aunque esta última la escuchó, no le respondió.

—Tía Elvira por favor dime ¿qué sucede?

—Ahora no Elsa —respondió la mujer, conocida como Elvira, con tono duro y sin amabilidad, además de sonar impaciente y nerviosa.

—¿Pero por qué estamos en el bosque? ¿Qué fue lo que...?

—¡Silencio ahora! —exclamó Elvira, interrumpiendo las preguntas de su sobrina y mirando detrás, a costa de no poder ver una gran rama en el lado izquierdo del camino.

Aquella rama no era lo bastante enorme para bloquear el paso, pero sí para que la rueda izquierda del carruaje —la cual estaba muy dañada por el dificultoso camino— se rompa al chocar con ella; causando que el carruaje colapsara y cayera. Elvira terminó cayendo en el suelo no muy lejos del carruaje. Pero no recibió mayor daño que el dolor por el impacto, por lo que aún podía caminar.

Tan pronto como se recuperó, avanzó lo más rápido que pudo hacia el carruaje; el soporte que sostenía al caballo se había roto, liberando al caballo y permitiéndole huir. Además el carruaje estaba volteado por el lado izquierdo, por lo que Elvira tuvo que abrir la puerta del lado contrario para ver cómo estaba su sobrina, Elsa, y sacarla de allí. Por fortuna su sobrina también estaba bien; poco antes de que el carruaje cayera logró sostenerse de la ventana del lado derecho, evitando que la caída la estrellara contra la pared izquierda del carruaje.

Tras abrir la puerta y comprobar la salud de su sobrina, Elvira por fin la saco del carruaje; Elsa era una joven de 14 años, con un hermoso y largo cabello dorado rizado, ojos azules y piel clara. Llevaba puesto un traje y pantalón de invierno color azul y blanco, con botas blancas, una bufanda violeta oscuro y un gorro de invierno rojo. Aparte en su brazo izquierdo cargaba un oso de peluche.

Las Bestias de Dios I: el Despertar de DráculaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora