Capítulo LXXI: Noche de Bellas y Bestias (II)

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"Pero al ver la Reina lo hermosa que era, sintió rencor y odio, y la habría transformado en cisne, como a sus hermanos...".

—Los Cisnes Salvajes de Christian Andersen.

[Guarida del Clan Nightfall Angels: Habitación de Rafael]

Rafael había permanecido en silencio, inspeccionando el cuerpo de la joven risos de oro, porque empezaba a notar algo raro; no se consideraba un experto en biología humana, pero tras ver a incontables humanos de todas las edades desde que llego a la civilización, tenía la impresión de que Elsa aparentaba más edad de la que en realidad tenía.

La cintura de Elsa era bastante delgada, pero empezaba a lucir tonificada; sus pechos se habían desarrollado tanto, que ahora tenían un tamaño "modesto", el cual los hacía lucir grandes por su estatura y talla de cintura. Sus muslos habían ganado el suficiente grosor, como para tener una apariencia curvilínea, además de tener un trasero firme. Y aunque no había ganado mucha altura, si era notable que creció algunos centímetros.

Elsa parecía una humana recién entrando a los "18" años, lo cual era bastante raro, ya que hace un mes ella seguía pareciendo una joven de apenas 16 años. Se sabe que hay casos en los que un adolescente humano, al entrar en la pubertad, puede pasar por grandes cambios físicos. Y Elsa, al ser una humana, ya entró en la pubertad hace ya bastante tiempo. Pero era antinatural que pasara por semejantes cambios en tan solo un mes.

—Elsa... Para con esto —dijo Rafael cambiando su semblante por uno serio.

—¿Qué cosa? —pregunto Elsa aparentando inocencia, mientras acostaba los pechos encima del musculoso pecho del arthdruwid, le acariciaba los bíceps de ambos brazos, y acercaba el rostro al de él.

—Podre ser infantil, pero no soy estúpido. Sé que tratas de despertar mi instinto reproductivo... para hacerme sentir atraído por ti, como lo estás tú hacia mí —dijo Rafael con seriedad—. Es muy evidente por tu olor, y también por el hecho de que siempre querías que durmiéramos así.

—¿Desde hace cuánto lo sabes? —pregunto Elsa cambiando su expresión por una preocupada y nerviosa.

—Desde hace medio mes. No creas que seguiré siendo ignorante de muchas cosas humanas, ahora que he estado visitando, y visitare, muchas civilizaciones humanas. Claro que no.

—Y entonces ¿qué? —decía Elsa desviando la mirada, y empezando a molestarse—. Me dirás que esto no es correcto, me regañaras por haberme aprovechado de tu inocencia, o...

—¿O mejor hablamos de una vez sobre nuestra "amistad", con calma, como personas maduras? —le interrumpió Rafael, tocándole la boca con el dedo índice derecho, para luego apartar la mano al terminar de explicarse.

—Je. "Como personas maduras". Eso va más para ti, Rafael, porque te has vuelto bastante maduro en tan solo unos meses —dijo Elsa con una sonrisa irónica, dirigiendo la mirada al rostro del joven-oso.

—Estas exagerando.

—No es exageración. En serio te has vuelto muy maduro, comparado con los chicos humanos de tu edad. Hasta pareces el "hermano mayor" de tu clan. Incluso, pese a que en el grupo de la amiga de la infancia de Miguel hay una británica, no actuaste con hostilidad ni pareciste molesto con su presencia.

—A diferencia de muchos, yo no veo lógico culpar a alguien por los pecados de los suyos; si lo hiciera, estaría siendo prejuicioso, lo cual me haría parecer igual a la gente que tanto detesto. Y por respeto a mi pueblo y a mis ancestros, no seré prejuicioso como los malditos que tanto daño les causaron.

Las Bestias de Dios I: el Despertar de DráculaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora