Capítulo XXVIII: Clan Nightfall Angels

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"Pues el lobo da fuerza a la manada, y la manada al lobo fuerza da."

—El Segundo Libro de la Selva de Rudyard Kipling.

[Castillo Dumont: Sala de Estar]

—Le dije a Rafael que no hiciera travesuras. ¡Y lo primero que digo es lo primero que hace!

Comentó Elsa bastante decepcionada y disgustada, estando al lado de Rosabella y Caroline; las tres estaban sentadas cada una en un sillón cerca de dos sofás, donde se encontraban la pareja Wolf y la pareja Dumont. Todos estaban reunidos en la sala, junto a algunos sirvientes jefes como Ding, poniéndose al día sobre todo lo que sucedió.

La familia Dumont no tardó en llegar al castillo. Incluso varios de los sirvientes todavía desempacaban en la entrada, y llevaban algunos de los equipajes a sus respectivas habitaciones. Y tan rápido como llegaron, se reunieron con Elsa y la familia de Miguel en la Sala de Estar, y les relataron todo lo acontecido en Cerdeña.

Caroline y Elsa, tras terminar su entrenamiento matutino y tomar un refrescante baño, se pusieron una de las nuevas ropas que la familia Dumont les ofreció; Caroline llevaba un casual pero elegante vestido blanco de manga larga, y Elsa igualmente vestía uno casual y elegante, aunque de color verde y sin mangas.

—*Suspiro*. Ciertamente, no existe peor combinación que raza bestia y etapa adolescente —comentó el sirviente Ding con mucha vergüenza y molestia, mientras se sentaba en una de las sillas para relajarse.

—Estoy de acuerdo en eso, y lo digo por experiencia —comentó Adán bastante apenado y con una mano en su frente, al recordar su adolescencia; cuando era un hombre-león.

—Por mucho que me duela admitirlo, también estoy de acuerdo —dijo Ismael con los hombros caídos, también avergonzado al recordar su propia juventud.

—Pero saldrán de este problema ¿verdad? —preguntó Valerie mortalmente preocupada por su hijo.

—Así es. No tienes porque preocuparte Valerie. Después de todo, ya conocen al Sr. Grimm y a Ezequiel —respondió Bella con una sonrisa reconfortante, aunque en el fondo estaba igual de preocupada.

—Yo sí no he olvidado a ese lagarto blanco. Sus puños pueden volver cuerdo hasta al Sombrerero Loco —comentó Ismael con una sonrisa divertida, mientras se frotaba la mandíbula y recordaba cuando conoció a Ezequiel, y no fue un encuentro muy amistoso.

—Además, hay que ver el lado bueno mamá. Miguel finalmente será un héroe como ha estado aspirando, desde que papá nos contó sobre nuestro ancestro Daniel —comentó Caroline todavía leyendo el libro con una sonrisa divertida, pero sintiéndose orgullosa y feliz de su hermano menor, mientras pensaba: "Aunque él ya tenía esa chispa desde que salvó a esa chica llamada Raven, hace dos años. Je, je. Y yo me preguntaba de donde él sacó tanta nobleza y caballerosidad".

—¡Y Rafael también será un gran héroe como en las historias! —agrego Elsa, sonriendo y denotando enorme felicidad por su amigo hombre-oso, al saber que será un cazador que salvara a más inocentes.

—¡Y gracias a ese gremio, mi hermano ya no tendrá que dejarnos! —agrego Rosabella tan feliz como lo puede estar una niña, y ella no era la única en estarlo.

—Lamento no compartir la misma felicidad que ustedes —dijo Ding con mucha molestia.

—¡Ja, ja, ja! No te pongas así viejo amigo. Recuerda que yo también causaba destrozos cuando era un joven-león gruñón —dijo Adán bastante divertido por la reacción de su sirviente/amigo.

Las Bestias de Dios I: el Despertar de DráculaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora