"...El sol era como el oro —dijo—, y las nubes, ¡oh, las nubes, quién sería capaz de describir su belleza!".
—La Sirenita, de Hans Christian Andersen.
[Hace Dos Años Atrás. Italia]
Si en algo era muy conocida Italia, era por las distintivas islas que conformaban su país, de las cuales Cerdeña era una de ellas; la famosa isla en la que vivía la familia Blunavy. Una peculiar familia conocida entre los habitantes de Cerdeña, pero no más popular que cualquier otra familia adinerada de la isla.
No obstante lo que diferenciaba a esa familia de las otras, era sin duda su conexión secreta con los tritones y sirenas del Territorio Griego. Un secreto que era el único que guardaban con éxito, hasta esa noche de 1879 donde se les unió un secreto más. Y ahora cada vez que salían al mar para llevar a Amitiel a conocer su familia materna, también era para disfrutar de un momento único con su nuevo amigo.
Para tener una mejor vista del océano, salían a navegar cada mañana con el cielo despejado, sin ninguna señal de que se aproximara una tormenta. Y luego regresaban antes del anochecer. Este viaje no era la excepción, y tenían razón en salir al mar a esas horas: el mar brillaba de un hermoso azul gracias al intenso sol, y las aguas eran tan tranquilas que movían el barco como la cuna de un bebé.
El barco tenía las velas cerradas para mantenerse lo más quieto posible de ese punto, mientras la tripulación descansaba a gusto y hasta aprovechaba el sol para tener un agradable bronceado. Cerca del barco se encontraba un bote, en el que estaba la pareja Eric y Ariel, vestidos con ropas cómodas para no pasar mucho calor, y poder moverse en el agua en caso de que necesiten nadar.
La pareja estaba charlando con un grupo de cinco tritones y ocho sirenas, que no eran tal como los humanos actuales los suelen imaginar.
Los tritones y las sirenas tenían rasgos faciales europeos, y pieles de un color tan blanco que da la sensación de que nunca salen a la luz del día. Los tritones, que eran los varones de la especie, tenían constituciones con una musculatura muy desarrollada que les daba una apariencia fornida. Y las sirenas, que eran las hembras de la especie, tenían cuerpos atléticos aunque más delgados que los varones, demostrando que la especie tenía un notorio dimorfismo sexual, igual que su contraparte homo sapiens (humanos).
Otros detalles que los diferenciaban de los humanos, era que sus ojos brillaban de un color azul intenso en la mayoría y verde marino en el resto. En sus cuellos poseían branquias, y tenían cabello que iba de un color dorado a uno casi plateado. Y por último tenían su clásica anatomía de pez, que comenzaba desde la cintura hasta abajo, con escamas de variados colores. Aparte no vestían algún tipo de indumentaria, más allá de que los varones llevaban armadura ligera de origen griega, mientras que las hembras se cubrían pechos y hombros con objetos marinos, como conchas.
Los habitantes de la Atlántida le relataban a la pareja sobre los últimos acontecimientos en la ciudad submarina; organizaron una carrera de tiburones, actualizaron el sistema del templo donde yace el Salón Astral, y ahora están preparando una fiesta para el cumpleaños de Amitiel.
—Y hablando de Amitiel, ¿Dónde está mi sobrina favorita?
Pregunto una sirena de actitud risueña y animada, en apariencia muy parecida a Ariel, pero con cabello rubio corto y físico un poco más maduro. Era la hermana mayor de Ariel, Abeona.
—Cierto. ¿Dónde está? Creí que ya estaría esperándonos en el agua, como siempre hace cuando vienen ustedes a visitarnos.
Dijo, viendo confundido a los lados, un joven tritón de cabello plateado y ojos azules, que parecía de 15 años. Era Claudio, uno de los primeros amigos que hizo Amitiel en la Atlántida.
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Las Bestias de Dios I: el Despertar de Drácula
FantasíaDurante los años 1879-1881, una cadena de eventos alrededor del Mundo Mortal dio como resultado el despertar del Príncipe de las Tinieblas. Y con ello, también el nacimiento de un extravagante grupo destinado a detenerlo. No un grupo de caballeros j...