"No tenías derecho a venir aquí, y ahora no te irás. Lo que haremos contigo lo descubrirás dentro de poco..."
—Los Tres Osos, de McLoughlin Bros.
[Lado Este del Reino de Corazones].
Hércules Augustus, un joven romano de largo cabello castaño atado en una coleta larga, ojos azules, complexión alta y de gran musculatura, con un tatuaje rojo en gran parte de su brazo derecho. Vestía con un cinturón griego de campeón, una hombrera izquierda, brazaletes, sandalias antiguas, la falda de toga negra y un imponente garrote de hierro.
Era un legendario humano que vivió en los primeros años de Roma, conocido por ser uno de los pocos descendientes vivos del semidiós Heracles, destacándose por haber heredado gran parte de esa fuerza sobrenatural. Esto llevó a Hércules a buscar la fama como un héroe y lograr hazañas semejantes a las de su ancestro. Por supuesto que tuvo bastante éxito y los romanos lo divinizaron como un dios. Y con el pasar de los siglos los humanos comenzaron a confundirlo con el Heracles original.
Pero en contraste con su ancestro, no alcanzó la divinidad completa después de su muerte. Y al igual que su ancestro, su idea de "justicia" era la misma que la de los antiguos griegos y romanos; un tipo de "justicia" retorcida y de doble moral, que le hizo ganarse un lugar en las fosas más frías y profundas del Sheol, el Reino Infernal del Panteón Israelita.
Ese habría sido su final, sino fuera porque también lograron traerlo a la vida junto con otros soldados romanos condenados en el Infierno Israelita. Fue ascendido a campeón y comandante de los soldados romanos, y ahora estaba junto con otros ejércitos sirviendo como complemento para las fuerzas del emperador Qin Shi Huang.
Hércules se había movilizado para ayudar a los romanos caídos y matar a los caballeros de Albión y del Reino de Corazones. Entonces se enteró por parte de un romano moribundo que algo más estaba arrasando con las fuerzas del ejército romano y egipcio. Dejó de luchar contra los caballeros enemigos y se dirigió rápido a enfrentarse a la amenaza. Y para llegar rápido comenzó a destruir paredes con su garrote y puño.
Después de romper una última pared encontró una plaza rodeada de edificios, con ríos de sangre formados en medio de la nieve y decenas de soldados romanos y egipcios muertos en el suelo y las calles. El comandante Decio Bruto estaba herido y arrodillado cerca de una pared agrietada. Y cerca de allí la mirada de Hércules lo encontró; vio a un hombre-oso pardo con armadura celta, a pocos metros cerca de un "civil" (Jack).
"¡Es Hércules! ¡Al fin llegó el más grande héroe de occidente!", pensó Decio aliviado al ver aparecer al héroe romano.
—¡Tú, monstruo celta! —dijo Hércules frunciendo el ceño con furia, caminando rápido hacia Rafael—. ¡¿Fuiste tú quien asesinó a tantos buenos hombres de Roma?!
"¿Y ahora quién es este loco?", pensó Jack estupefacto con la inesperada aparición de Hércules.
—¡Responde monstruo celta! ¡¿Eres tú el villano que ha masacrado al honorable ejército de Roma?! —volvió a preguntar Hércules, estando ahora parado detrás del arthdruwid, quien medía unos pocos centímetros más alto que él.
—Sí, fui yo quien les dio su merecido. ¿Y qué? —contestó Rafael, sin apartar la vista hostil de Jack.
—¡Entonces serás castigado por la justicia de Grecia! —declaro Hércules, para un segundo después levantar su garrote de hierro con tal velocidad que el simple movimiento hizo temblar los edificios de toda la zona.
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Las Bestias de Dios I: el Despertar de Drácula
FantasyDurante los años 1879-1881, una cadena de eventos alrededor del Mundo Mortal dio como resultado el despertar del Príncipe de las Tinieblas. Y con ello, también el nacimiento de un extravagante grupo destinado a detenerlo. No un grupo de caballeros j...