Capítulo XXVII: Una Bestia para Una Bella

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"Los jóvenes se enamoran y encariñan al primer impulso."

—Carmilla, de Sheridan Le Fanu.

[Barco Draco Wang].

En este punto las chicas del grupo Twilight Maidens estaban pensando que ya se había acabado su racha de mala suerte. El hecho de que hayan podido conversar en paz era prueba suficiente para ellas de eso.

Caroline y Erzuli reanudaron la rutina de entrenamiento; después de las mil flexiones, continuaron con mil abdominales y terminaron con mil sentadillas, de las cuales la mujer-loba terminó en un extraordinario tiempo record. Aunque de todos modos la mujer-hiena se esforzó al máximo en cada ejercicio; su inutilidad en el combate y la casi pérdida de su discípulo oficial, la habían hecho sentir mal consigo misma. Por eso quería hacer lo que una bestia mejor sabía hacer: entrenar y esforzarse el doble y el triple de lo acostumbrado para mejorar.

Amitiel y Angela también trataron de seguir el ejercicio de las mujeres-bestia; casi se desmayan cuando llegaron a las ciento cincuenta abdominales, y por puro orgullo intentaban continuar.

—Ya deténganse ustedes dos. Van a terminar vomitando sus propios intestinos —dijo Erzuli con ambas manos en las caderas, dividida entre la admiración por la persistencia de las dos semi-humanas, y aguantando las ganas de reírse por la testarudez de ellas.

—No... me... rendiré... Ciento cincuenta y... uno... —dijo Angela, con los ojos cerrados y la cara roja del sobreesfuerzo, logrando hacer otro abdominal para después dejar caer la cabeza con fuerza en el suelo, estirar las extremidades a los lados y empezar a recuperar el aliento.

—Yo... tampoco... no me... rendiré... —decía Amitiel, esforzándose al máximo para hacer otro abdominal, pero ya no podía volver a levantar la cabeza del suelo.

—Amitiel, es obvio que no estás acostumbrada a hacer este tipo ejercicios, y ni siquiera deberías hacerlo —dijo Caroline con una mano en la cadera—. Eres una hechicera del tipo lanzador. Tu estilo es atacar de lejos mediante combos mágicos. No atacar de frente exponiéndote a los ataques como un guerrero mágico.

—¿Desde... cuando... sabes... sobre... estilos de pelea? —pregunto Amitiel entre largas respiraciones y sin abrir los ojos.

—Kondo-sensei ama mucho hablar, sobre todo durante sus clases. Y yo estuve en el grupo de estudiantes que ella enseñaba personalmente —dijo Caroline estirando los brazos hacia arriba.

—No lo dudo, e imagino por qué —contestó Angela abriendo los ojos y abanicándose con la mano derecha.

—Aun así... tengo que seguir ejercitándome —dijo Amitiel, tumbándose en el suelo por completo igual que Angela.

—No entiendo por qué quieres ejercitarte tanto, Amitiel. Tú no eres humana. Al menos el cincuenta por ciento no —dijo Clarisse mirando a la sirena mestiza con obvia confusión—. Digo, ¿Qué acaso las sirenas no tienen super fuerza o algo parecido? Porque pasan todo el día nadando, luchando y huyendo de todo tipo de monstruos marinos. Similar a las antiguas especies humanas durante la Edad de Piedra.

—No estás del todo equivocada, "blanca como la nieve" —dijo Amitiel abriendo los ojos para mirar a la humana rubia—. Sí es cierto que, por naturaleza, los tritones y las sirenas tenemos cuerpos ejercitados y más fuertes que los humanos promedio actuales. Y aún hoy en día, se nos sigue motivando a entrenar, porque un tritón con sobrepeso jamás podría escapar o luchar contra un kraken nórdico o un dragón. Pero seguimos siendo "humanos normales", a comparación de jodidos monstruos como las bestias. Sin ofender, Caroline y Erzuli. Por la parte de "monstruos" quise decir...

Las Bestias de Dios I: el Despertar de DráculaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora