Capítulo XIV: Después de la Batalla

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"Cuando buscamos el tesoro, nos damos cuenta de que el camino es el propio tesoro. "

—El Alquimista de Paulo Coelho

Después del segundo día, en el que el dragón y la pirata tuvieron su segunda confrontación, cesó la lucha, y se originó la extraña convivencia, entre dos seres destinados a matarse entre sí. Cada día, Teresa regresaba a la cueva, para escuchar alguna historia del dragón Agniel; puesto que las encontraba de lo más interesantes (y esperaba encontrar una forma de matarlo). Y al caer la noche, regresaba con su tripulación; en un campamento que habían montado en la isla; cerca de la grieta en las costas. 

Los días se convirtieron en semanas, y luego en meses; en ese tiempo hubo una gran, y misteriosa, evolución, en la relación entre el dragón y la pirata. Son pocos los detalles acerca de la convivencia de ambos, debido a que Teresa no revelaba mucho de ello a su tripulación (ni a su hijo). Ella siempre fue una mujer orgullosa, a la que nunca le ha gustado mostrar sentimientos, ni hablar de momentos emotivos en público; ni siquiera a los más cercanos a ella.

De lo que sí se sabe (más por parte de Agniel), era que Teresa llegó a disfrutar de la compañía del dragón; principalmente porque ambos tenían mismos gustos (como robar tesoros); por lo que se entendían mutuamente. Otro detalle que hacía al dragón muy interesante, era que trataba a la pirata como una igual; sin aires de coqueteo ni intento de dominación. Aunque Agniel podría considerarse un "simple animal", en realidad, no se definía como uno, sino, según él: "otra criatura juiciosa, como los humanos, bestias, elfos, enanos y otras razas".

Básicamente era un hombre de otra raza, y pese a eso, él no mostraba ningún interés sexual hacia ella. Incluso, en cierta ocasión, Teresa llegó a bañarse en el río de la cueva, y Agniel no mostró ningún tipo de reacción; es más, ni le tomo importancia. Y esto no era porque el dragón tuviese "otros gustos", ya que, posteriormente, reveló que tenía 20 hijos con tres dragonas.

Sin embargo, Agniel explicó que no era por eso que los humanos llaman "amor", sino por cuestiones naturales, y para tener "dominio en el nido". Resulta que, los dragones, por naturaleza, tienen un gran "vacío" en su ser, y por ello, buscan llenarlo con materiales y múltiples parejas; por lo que tendían a tener entre dos o cinco parejas, y coleccionar miles de objetos brillantes; hasta el punto de llegar a robar tesoros de otras razas.

Comúnmente era el rey o reina quien tenía más de una pareja, porque era algo obligatorio; para que el nido estuviese lleno de sus familiares y descendientes. Debido al alto sentido del honor y orgullo en los dragones, estos solo respetan, y pueden llegar a obedecer, a aquellos que sean poderosos y honorables, o a algún familiar antecesor; como un padre o madre.  ¿Y que era mejor que un familiar antecesor, que además es poderoso?

No obstante, hubo casos en los que un dragón encontró su "Tesoro de por Vida". Según Agniel, ese era el único tipo de "tesoro" que podría llenar el vacío de un dragón; y ellos lo definían como: "seres a los que darían la vida misma para protegerlas, o una única pareja con la que tendría hijos y estarían juntos de por vida". Se podría decir que era su propio concepto de "amor". Pero estos casos eran muy raros, y el más famoso de ellos fue el de una Reina Dragona Abisal, que se enamoró, y tuvo descendencia, con un poderoso hombre-tigre, llamado Absalón; uno de los avatares del Padre de los Tigres.

Y fue en esta explicación, en la que Agniel menciono casualmente que, tal vez, le pasaba algo similar a Teresa; buscaba llenar su vacío con algo. Obviamente la pirata se molestó y negó eso. Aunque no podía negar el hecho de que, mientras más tiempo pasaba con el sabio dragón, algo de su sabiduría se quedaba en ella; dejando una gran enseñanza en distintos aspectos. 

Las Bestias de Dios I: el Despertar de DráculaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora