Capítulo XLVIII: El Renacer de un Dios

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"Brilla como el sol."

—Rigveda himno 1.43.5.

[Base de Carmilla: Almacén Principal]

Después de la violenta batalla que tuvieron el narasinja Jofiel y el licántropo nórdico Joel, la zona en donde estaban los barcos y los carros de guerra era un total desastre; casi todos los barcos estaban destruidos, los carros yacían volteados y deformados —muchos hasta estaban partidos por la mitad—, y el suelo de cerámica estaba agrietado cual cristal. Pero luego de que el narasinja usará su mortal cabezazo y la zona fuera cubierta por una nube de polvo, ahora sólo reinaba el silencio.

No se sabía que sucedió después, ni menos quien terminó saliendo victorioso. Sin embargo la molesta la nube de polvo ya empezaba a dispersarse en el aire, y según lo hacía aumentaba la tensión en todos los que presenciaban el combate. Y en cuanto el polvo al fin se dispersó, pudo saberse el resultado: Jofiel estaba dando un par de pasos atrás, desorientado y aturdido con la frente sangrando, mientras Joel se hallaba arrodillado, protegiéndose el rostro con ambos brazos cubiertos de hielo, el cual tenía grandes fisuras.

Justo antes de que la cabeza del narasinja impactara en el rostro del licántropo, éste se protegió con el hielo de los brazos, aunque la fuerza del cabezazo lo hizo arrodillarse y destrozar el suelo por completo, de modo que ahora ambos hombres-bestia yacían parados en la tierra que el mismo Joel congeló con anterioridad, bajo el fin de evitar que Rafael usara la magia de tierra.

—¿Qué... clase de... hielo es... ese...? —decía Jofiel con lentitud, mientras se sujetaba la cabeza y seguía retrocediendo, todavía sonriendo pese al dolor que demostraba en su voz y a que luchaba por mantenerse en pie.

—Es increíble... —decía Joel con una expresión que reflejaba verdadero asombro, mientras se paraba, escupía un poco de sangre y veía que el hielo de sus brazos tenía severas fisuras—. Tal vez no lo sepas. Pero el hielo que creo con mi Arte Mágico, es hielo del Nilfheim; uno de los mundos más fríos del Cosmos, y del cual se forma un hielo tan fuerte, que ni siquiera el miserable de Odín con su estúpida magia, o el inútil de Thor con su patético martillo de mierda, son capaces de romper —dicho esto, Joel fijó su mirada en el narasinja.

»En cambio tú, siendo un simple mortal, lograste una hazaña inimaginable al agrietar el hielo del Niflheim, gracias al poder que ganaste entrenando con esa energía llamada Prana. Ustedes los que siguen las enseñanzas del Dharma y el Taoísmo, son guerreros increíbles y dignos de admiración. Ahora entiendo porque ese maldito viejo tuerto y el desgraciado Zeus estuvieron tan obsesionados en robar los conocimientos del Prana y el Chi, a pesar de que jamás pudieron dominarlas, ni aunque se esforzaran.

Lo que dijo el licántropo nórdico sobre el hielo que creaba su magia desconcertó por completo al clan y a las doncellas que escuchaban todo; algunos hasta comenzaron a dudar si la bestia enemiga que enfrentaban era de verdad un mortal, y a creer que era alguna especie de semidiós.

"No es solo su fortaleza física, intelecto y capacidad de adaptación. El verdadero problema es ese hielo", pensaba Camael, estando junto a Raziel en una zona segura del puente del cuarto piso, escuchando todo lo que decía el licántropo gris gracias a su agudo sentido del oído.

"Aunque logremos hacerle daño, el problema radica en que él puede protegerse con ese hielo casi irrompible. Rafael podría sanar a Jofiel para que pueda seguir peleando, pero necesitaríamos más de diez minutos para que Jofiel vuelva a reunir el Prana necesario, y aun así no sé si su poder actual sea suficiente para lograr romper ese hielo, o si su cuerpo resista un aumento de Prana de semejante magnitud", analizaba Azrael en su mente, estando ahora sentado en el mismo puente que Miguel y Rafael. 

Las Bestias de Dios I: el Despertar de DráculaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora