Capítulo LXXVI: La Plaga de Drácula (II)

26 3 6
                                    

"...Puede fortalecerse en medio de epidemias y plagas que matan a todos los individuos a su alrededor..."

—Drácula de Bram Stoker.

El enfrentamiento entre el Príncipe de las Tinieblas y el Primer Emperador de China, había tomado un giro drástico cuando el primero empezó a mostrar señales de su verdadera forma, la cual no era para nada la de un murciélago. Y por si fuera poco, el poder del Vacío de Qin Shi Huang, había sido inutilizado por completo con un simple toque de Drácula.

Qin Shi Huang estaba tan sorprendido por lo que veía y por lo que sucedió, que no pudo reaccionar cuando su rostro fue sujetado por la primera mano izquierda de la entidad, para luego ser estrellado contra el suelo. El emperador chino intentó levantarse, pero para su absoluta vergüenza y humillación, su nuca fue pisada por el pie derecho de Drácula, hundiéndole el rostro todavía más en la tierra.

—Espero que con esto haya quedado más que claro, lo insignificante que eres comparado conmigo... —dijo Drácula quitando el pie de la cabeza del emperador para retroceder dos pasos hacia atrás, mientras la entidad en su espalda desaparecía—. Sin necesidad del Vínculo de Sangre —agregó Drácula ampliando los ojos, cuyo iris ganaron un siniestro brillo violeta.

Luego entonces Qin Shi Huang, cuando intentó levantarse, empezó a retorcerse del dolor y a gruñir de incomodidad, como si estuviera sufriendo el más horrible de los dolores de cabeza. Acto seguido él, todavía entre gruñidos adoloridos, comenzó a moverse de forma involuntaria, hasta estar arrodillado, con la cabeza baja, igual que un simple caballero postrándose ante un rey.

—Por más fuerte que sea un vampiro inferior, no puede oponerse a la voluntad de un vampiro primitivo —decía Drácula, dejando de tener los ojos brillantes, lo cual a su vez desapareció el efecto controlador en el emperador chino.

—Tú... Desde un inicio ya podías controlar a los vampiros actuales... —decía Shi Huang, perplejo de saber algo que desconocía, y por ello tomó la sabia decisión de quedarse tal como estaba, arrodillado y manteniendo la cabeza agachada—. Pero cuando enfrentaste a los Señores Vampiros... tú...

—Sí... pude sólo haber usado mi control sobre ellos para doblegarlos —explicaba Drácula con una sonrisa divertida—. Pero eso solo me haría ver "débil". Ya que mostrar superioridad usando la fuerza es mucho más auténtico, que usar un simple control mental. Pero esta vez decidí hacer una excepción contigo, para hacerte ver que no tienes ni una sola oportunidad contra mí; ni siquiera con tu poder del Vacío. Ningún poder del Vacío, ejercido por mortales y demonios de segunda, puede oponerse al Chakravartin Asura, un Poder del Vacío de tipo Azathoth.

"Ya veo... No puedo... Ahora mismo no puedo ganarle...", pensó Shi Huang, frunciendo el ceño y apretando los dientes con furia, al tener que reconocer cuán inferior era en realidad ante el gobernante rumano.

Pese a que era un golpe devastador para su orgullo como gobernante, debía aceptar la derrota; después de todo, no era la primera vez que él era humillado así. Y por experiencia sabía que ahora mismo era inútil seguir intentando defender su orgullo como emperador; antes ya había cometido el error de seguir intentándolo, aun cuando su derrota era absoluta, y como consecuencia tuvo que pasar años durmiendo y siendo alimentado por otros, para volver a estar en pie.

—Bueno, ahora que ya aclaramos quien obedece a quien, empecemos con las negociaciones —dijo Drácula dando un fuerte aplauso al inicio, con mejor humor que hace un momento, lo cual demostró al devolver su mano derecha, ojos y frente a la normalidad.

Las Bestias de Dios I: el Despertar de DráculaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora