La verdad

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Aunque la señora Cooper todavía no estaba convencida del todo acerca de que su única hija estudiara precisamente magia y hechicería, terminó aceptando al ver que, efectivamente cuando la pequeña Lindsey no se vio forzada a reprimir sus poderes (al menos dentro de casa) la terrible entidad (el obscurus) desapareció por completo.

Lindsey estaba muy entusiasmada con el hecho y su padre también. La pequeña no podía creer que dentro de poco tiempo tendría una varita mágica y que la enseñarían a usarla. 

Pocos días después la niña se encontraba estudiando francés y como era tan inteligente y además ya era bilingüe debido a que manejaba el inglés que se hablaba en casa y el español que usaba a diario en el colegio muggle y en la calle, no se le hizo difícil para nada el aprendizaje de una nueva lengua. 

Cuando faltaban un par de días para iniciar el curso en el colegio, justamente cuando Lindsey  creía que nadie iría a buscarla como había dicho el señor García, una mujer cuya altura sorprendió a los Cooper, apareció frente a su puerta para entregar la preciada carta de Beauxbatons. Se identificó como Madame Maxime y dijo que era profesora de Historia de la Magia. Ella se ofreció a llevarse a Lindsey a comprar sus útiles del colegio. Sus padres pretendieron darle los ahorros que tenían para la educación de su hija, sin saber que en el mundo de la magia se manejaba una moneda diferente. 

—No se pgeocupen —dijo en inglés para que los padres de la chica se sintieran en mayor confianza—. Sus gastos estagán cubiegtos pog el ministegio de magia Fgancés. Es lo que se acostumbga en el caso de los hijos de muggles.


Los Cooper despidieron a su hija en medio de muchos besos, abrazos y lágrimas, sobre todo por parte de Emily. Era la primera vez que Lindsey se separaba de ambos por tanto tiempo y le preocupaba que algo malo fuese a pasarle ya que, debido a su conciencia, la tenían sumamente sobreprotegida y mimada, tanto que a veces llegaban a ser asfixiantes.

—Estaré bien, mami —dijo Lindsey, secándose las lágrimas mientras se separaba de Emily.  

—No lo sé, es tan pequeña aún, solo tiene diez años ¿Y si llora al verse lejos de nosotros? Jamás nos hemos separado por tanto tiempo, solo durante un mes cuando tiene campamento de verano. ¡Por Jesús bendito! ¡Pasará alrededor de ocho meses lejos de sus padres! —dijo Emily aterrada mientras estrechaba a Lindsey de nuevo contra su pecho. 

—¡Mamá! Ya no soy una niña pequeña. Los extrañaré mucho pero no voy a llorar —argumentó Lindsey, tratando de reprimir nuevas lágrimas.

Ella quería demostrarle a sus padres que estaba creciendo y que estaba lista para realizar sus estudios mágicos, además se moría de ganas por empezar ya que todo ese asunto de su nueva condición la tenía maravillada. 

Al fin Emily la dejó ir, sobre todo cuando Madame Máxime le aseguró que la tendría de vuelta en navidad y si lo deseaba también durante la semana santa. 


Lindsey estuvo feliz y sumamente encantada con sus útiles, su uniforme y en especial su varita que resultó ser de Sauce al igual que la que escogería a su hermana gemela un año más tarde. 

La niña se sintió viviendo un sueño al mirar el hermoso palacio que se convertiría en su hogar. Fue escogida para la casa Doué, que fue fundada, según le explicó el prefecto, por la bruja Dominique Doué. Esta fundadora fue una gran duelista temida por todo aquel que osase increparla. De buen corazón y luchadora de una causa justa. El color referencial de Doué es el morado, y su animal representativo un caballo, debido al amor de Dominique por estos seres. Lindsey también sentía mucho amor por los animales, aunque los conejos no eran su animal favorito, sino los perros, en especial los de gran tamaño como los Gran Daneses, Dálmatas o San Bernardo. 

Lindsey Cooper, la hermana de Lily.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora