Una carta de tía Petunia

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Severus no podía creer que se encontrara en la necesidad de buscar una pareja de baile como si fuese un estúpido adolescente. Le sonaba tan absurdo, tan estúpido que se negaba por completo a siquiera imaginar pedirle a alguien que lo acompañara a un baile... ¿un baile? ¿Desde cuándo bailaba él? No recordaba haberlo hecho jamás, o quizá... ¡Sí! De pronto, mientras se dirigía hasta las mazmorras para impartir su clase le llegó un vago recuerdo que se fue haciendo cada más nítido...

Tenía nueve años y hacía poco que Lily y él se habían vuelto amigos. Como siempre jugaban en el parque solo que esta vez, cansada de corretear a su compañero, Lily se le había acercado luciendo esa hermosa sonrisa que la caracterizaba, le tomó una mano para llevarla hasta su cintura y le mantuvo la otra asida.

¿Qué haces? —preguntó Severus, temblando y con aire incrédulo.

Juguemos al concurso de baile. Ya sabes, el que pasan por televisión. Imaginemos que hay otras parejas a nuestro alrededor pero solo nosotros seremos los ganadores —respondió la niña con la mirada cargada de entusiasmo.

Pero no sé bailar —objetó Severus, estático y nervioso.

Es muy fácil ¿No has visto el programa en la televisión? A ver... Comenzaremos con un vals.

En esa ocasión él no hizo más que dejarse llevar por ella y por el instinto. Se dedicaron a girar y a deslizarse por todo el lugar.

¿Lo ves? Es muy sencillo —dijo Lily, imaginándose al público aplaudiendo a su alrededor—. Estamos ganando, Sev, somos los mejores.

Sí, lo somos —respondió él atreviéndose a alzarla y girarla en el aire para luego seguir bailando.

Después se dejaron caer al piso, exhaustos y muertos de risa, pero Severus quiso adornar el momento así que, valiéndose de sus poderes, que cada vez podía controlar mejor, movió la rama de un árbol que dejó caer un montón de diminutas hojas y flores sobre los dos.

¡Qué bonito! —se admiró Lily—. El otro día hice crecer las flores del jardín pero a Tuney no le gustó —comentó con tristeza—. Cree que soy un monstruo.

—Solo está celosa porque ella es una niña ordinaria y tú eres especial

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Solo está celosa porque ella es una niña ordinaria y tú eres especial.

—Qué malo eres, Severus —comentó ella un poco más animada.


Snape salió de su ensimismamiento cuando llegó al aula y vio a sus estudiantes. Aquel recuerdo lo había conmovido llenándolo de una gran nostalgia pero no iba a perder el control y mucho menos en su clase.

Al término de la misma ordenó a los Slytherins que lo esperaran en la sala común para hacer el anuncio del mentado baile. No obstante los adolescentes mostraron expresiones de preocupación pues él casi nunca entraba a hacer ningún anuncio en la sala común. De hecho, la última vez fue para advertir el posible cierre del colegio a causa del basilisco.

Lindsey Cooper, la hermana de Lily.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora