Lindsey Cooper, la hermana de Lily.

Conjeturas

Al día siguiente, Lindsey estaba muy preocupada por lo sucedido, tanto que a la hora del desayuno no perdió oportunidad para preguntarle a Dumbledore y a Moody si acaso sabían algo del señor Crouch, pero ninguno de los dos pudo darle una respuesta. El ex auror afirmaba que no había encontrado al hombre por ninguna parte, que había desaparecido de forma misteriosa. 

—¿Creen que podrían haberlo secuestrado? —preguntó la medimaga con preocupación.

—Muy probablemente sí —respondió Moody—, pero no tengo idea de como, porque nadie puede aparecerse o desaparecerse aquí. 

—Eso es cierto pero existen métodos de ocultamiento que...

—No, de cualquier modo yo lo hubiese detectado, Cooper —respondió Moody señalándose el ojo mágico y posteriormente se dio una palmadita en el bolsillo—, además de que conservo conmigo otra herramienta que me ayuda a hacer una inspección aún más eficiente de las instalaciones y terrenos del castillo. 

—¡Claro! ¡El mapa del merodeador! —exclamó ella dando un chasquido—. Revela todos los nombres de los habitantes.  

—Pero el de Crouch no estaba por ninguna parte —respondió el hombre negando con la cabeza mientras desenroscaba la tapa de la petaca para darle un sorbo. 

A este punto Dumbledore parecía ausente, como si no los escuchara, pero realmente no dejaba de armar hipótesis en su mente basándose en lo que estaba escuchando, necesitaba algo que lo ayudara a entender. 

—¡Dios mío! Harry dice que el hombre hablaba incoherencias pero... lo que decía a ratos parecían advertencias... Alguien pudo haberlo lastimado mientras usted lo buscaba.... y ¡Por Merlín! Esa misma persona pudo haber atacado a Harry que estaba con él y Krum...

—¡Cuida bien de ese chico, Cooper! O podrías lamentarlo mucho, ¿eh? 

Lindsey no pudo precisar si fue el tono de su voz o el extraño brillo de su mirada, pero hubo algo en esa advertencia de Moody que la estremeció, llenándola de pavor. Él continuó desayunando como si nada pero ella se levantó de la mesa excusándose porque había perdido el apetito. Salió del gran comedor y se tropezó con Snape que iba a desayunar. 

—¿Sucede algo? —preguntó el profesor sin poder evitarlo al mirar su rostro preocupado. Ella negó con la cabeza para tranquilizarlo, pero no pudo evitar echar un vistazo atrás donde Harry desayunaba con sus amigos.

—Él va a estar bien —dijo Snape intuyendo sus sentimientos, atreviéndose a tomarle el rostro entre las manos. 

Ella asintió y se zafó con delicadeza de su agarre.

—Necesito dar un paseo para despejar la mente —dijo Lindsey.

—¿Quieres que te acompañe? —preguntó Snape. 

—No hace falta, ve a desayunar. 

—No... te alejes mucho, por favor. Lo que sucedió anoche fue grave y...

—Yo también estaré bien —respondió ella dedicándole una escueta sonrisa. 

Fue breve, sí pero duró lo suficiente como para provocar otra reacción en Snape que no dudó en acariciar su mejilla (ambos ajenos a las miradas de Harry, Ron y Hermione desde la mesa de Gryffindor) 

—¡Creo que perdí el apetito! —dijo Harry apartando su cuenco con copos de maíz.

—¡No seas infantil, Harry! ¿Qué tiene de malo que le acaricie el rostro? Son pareja y ya lo sabes —lo reprendió Hermione.

—Sí, pero lo dices porque no es a tu tía a quien el murciélago le está poniendo las garras encima —dijo Ron.

—Son un par de exagerados. Ellos más bien son la pareja menos expresiva que he visto en mi vida, quizá porque son adultos y...