Antídoto

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Afuera de la enfermería, Harry lloraba silenciosamente pero caminaba de un lugar a otro con desesperación mientras se pasaba las manos por la cabeza y el rostro en señal de impaciencia. 

—Harry ¿por qué no vas a cambiarte? —propuso Ron, preocupado.

—Sí, estás mojado, será mejor que subamos a la torre a ponernos ropa seca —dijo Hermione—. Ella estará bien, Harry, está en buenas manos. 

—Vayan ustedes, yo no me muevo de aquí. 

—En cuanto te cambies puedes regresar —volvió a intervenir Hermione pero era inútil. 

—Alguien la envenenó ¿pero quién? ¿y por qué? —preguntó Harry golpeando la pared de piedra con el puño en señal de impotencia. 

—Ve a cambiarte de ropa, Ron, yo me quedaré con él y luego nos intercambiamos —propuso Hermione. Ron dudó al principio, no le gustaba ver a Harry así pero finalmente se marchó con la promesa de volver. 

—Cálmate, Harry, ella estará bien. 

—No puedo perderla, Hermione. Ella y Sirius son los únicos parientes que me quedan porque ya sabes que con los Dursley no puedo contar. 

—¡Ahí viene el profesor Snape! —dijo Hermione al ver que el hombre se acercaba con rapidez.

—¿Y si fue él? —preguntó Harry abruptamente. 

—No, Harry ¡Por Dios! ¿Qué cosas dices? —respondió Hermione jalándolo para que tomara asiento junto a ella en el banco de piedra. 


Lindsey estaba en muy mal estado y Severus casi se desmaya cuando entró a la enfermería y la vio recostada sobre la cama. Ella estaba blanca como la cera y sus labios con un ligero tono azulado. A su alrededor se encontraban la señora Pomfrey, Vertonghen, Gerald y también el medimago y sanador respectivamente de Durmstrang. Charity lloraba silenciosamente en los brazos de la profesora McGonagall unos metros más allá mientras Dumbledore observaba la escena desde lejos, y Moody negaba con la cabeza, aferrado a su bastón. 

Vertonghen apuntaba el rostro de Lindsey con la varita pero la mujer seguía sin reaccionar. 

—Está perdiendo signos vitales —dijo Stoyanov, el medimago de Durmstrang mientras analizaba un extraño aparato que había colocado sobre el pecho de Lindsey.

¡No! No puede ser posible ¡Lindsey! ¡Tienes que despertar, Por Merlín! ¡Vamos! —dijo Noah con desesperación mientras realizaba un masaje cardíaco.  

Severus quedó pasmado por unos momentos mientras veía esa escena, fue incapaz de reaccionar porque las piernas le temblaban y una extraña sensación cálida o fría (no podía precisarlo) le recorría la espina dorsal. 

¡La perdemos! —dijo Gerald con nerviosismo. 

—¡Lindsey! —gritó Charity al intuir, si bien no comprendía lo que decían, que algo muy malo estaba sucediendo. La profesora McGonagall la aferró aún más para que se calmara. 

—¡Severus! —exclamó Dumbledore al percatarse de que el hombre había ingresado en la sala. 

¡Noah, detente! No hay nada más que hacer —dijo Gerald en su idioma, tomando al medimago para que se detuviera. 

¡No, no puedo! —respondió el hombre y continuó con el masaje cardíaco. 

—¿Qué sucede? —preguntó la señora Pomfrey al escucharlos discutir pero intuía la respuesta—. Ella parece...

Lindsey Cooper, la hermana de Lily.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora